¿Por qué reímos cuando nos hacen cosquillas? Para resolver esta incógnita científicos de la Universidad Humboldt de Berlín (Alemania) realizaron una particular investigación con ratas, publicada en la revista Science.
Michael Brecht y Shimpei Ishiyama señalan en su estudio que el cosquilleo plantea muchas preguntas. No sabemos por qué evolucionó, para qué propósito podría servir y por qué sólo ciertas partes del cuerpo tienen cosquillas. Además, ¿por qué no podemos hacernos cosquillas a nosotros mismos?
Una pista
Los científicos descubrieron que las ratas tienen cosquillas en la barriga y en los pies. Cuando se les toca la barriga, y en menor medida los pies, emiten vocalizaciones agudas, tan agudas que son ultrasonidos, y que son equivalentes a la risas agudas que emiten las personas cuando se les hacen cosquillas.
Además, la microestimulación de esta región cerebral evocó el mismo comportamiento. Al igual que en los seres humanos, el estado de ánimo podría modular esta actividad neuronal. Las situaciones de inducción de ansiedad suprimían el disparo de las células y el animal ya no tenía cosquillas.
Estas observaciones demuestran que el córtex somatosensorial no sólo responde a estímulos táctiles, sino también a estados emocionales como la ansiedad. Charles Darwin ya anotó, en este sentido, que “la mente debe estar en un estado placentero” para que las cosquillas hagan reír.
Los investigadores también se inspiraron en estudios anteriores como "Ratas riendo y los antecedentes evolutivos de la alegría humana" publicado en el año 2003 en Physiology&Behavior. Allí se informó que las ratas emitirían llamadas ultrasónicas cuando se le provoca cosquillas. El ultrasonido es demasiado alto para que los humanos lo puedan percibir. Podemos escuchar ondas de sonido hasta una frecuencia de unos 20 kilohertzios. Las ratas se ríen a unos 50 kilohertzios.
Risas y juegos
Los científicos utilizaron electrodos implantados en el cerebro de las ratas para ver qué estaba pasando cuando se les hacía cosquillas, sobre todo en una zona llamada córtex somatosensorial, donde se procesa el tacto físico.
Descubrieron que las cosquillas y el juego, que implicaban perseguir la mano de un investigador, causaban las mismas llamadas de ultrasonido y las mismas células cerebrales activas. Los científicos también estimularon esas células eléctricamente, sin cosquillas ni jugadas, y recibieron las mismas llamadas.
Cuando las ratas fueron colocadas en una plataforma, o expuestas a luces brillantes, situaciones que se saben que causan temor a los animales, no respondieron a las cosquillas. Encontraron, entonces, que no pueden hacerle cosquillas a las ratas cuando no están de buen humor, algo que también es cierto para las personas.
Según Brecht, “tal vez la sensación de cosquillas es un truco del cerebro para hacer que el juego y la interacción con otros sean gratificantes”.