Un grupo de profesionales de la Universidad de Stony Brook realizó una investigación en la que aseguran que dormir de costado, en lo que se conoce como la posición lateral para descansar, puede ayudar a mitigar los productos de desecho que circulan en el cerebro y contribuyen al desarrollo de ciertas enfermedades neurológicas como Alzheimer y Parkinson.
“Es muy interesante lo que logramos descubrir: que la posición lateral para dormir, que es de hecho la más popular en los humanos y en la mayoría de los animales, incluso en los salvajes. Como si el cuerpo supiera que adoptando esa posición, nos liberáramos de nuestras toxinas y desechos metabólicos que se acumulan durante el día mientras estamos despiertos”, explicó la doctora Helene Benveniste, líder del estudio.
Para realizar la investigación, los expertos realizaron una serie de resonancias magnéticas a un grupo de roedores y descubrieron que cuando dormían de lado, el sistema eliminaba los residuos químicos del cerebro. Por otro lado, los investigadores llegaron a la conclusión de que durante el estado de sueño, los cerebros de las ratas removían en forma mucho más eficiente los desperdicios.
Concretamente, los científicos que analizaron las resonancias magnéticas y otros estudios, se dieron cuenta que los filtros de fluido cerebroespinal pasaban a los residuos del fluido intersticial entre las células y que los residuos que circulaban incluyen proteínas amiloides y tau, que si se acumulan afectan el funcionamiento del cerebro.
Investigaciones previas también habían relacionado al sueño y con el funcionamiento del cerebro, y los han logrdo relacionar con difetentes tipos de demencias.
El Parkinson es una enfermedad que se relaciona con una irregular producción de dopamina lo cual dificulta que las células nerviosas logren transmitir mensajes adecuadamente. Esto causa la pérdida de la función muscular y sus caracteríscticos temblores.
El Alzheimer es un tipo de demencia degenerativa que causa problemas con la memoria, el pensamiento y el comportamiento. Los síntomas aparecen de a poco y empeoran con el tiempo, hasta convertirse en lo suficientemente graves como para interferir con las tareas diarias.
Hay estudios que sugieren que existen algunos biomarcadores en el líquido cefalorraquídeo, la beta-amiloide y las proteínas tau que sufren cambios característicos y alteraciones incluso varios años antes de la aparición del Alzheimer.