Los músculos realizan cuatro funciones corporales importantes. Mantienen la postura, estabilizan las articulaciones, brindan movilidad, lo que nos permite desplazarnos hacia donde deseemos y generan el calor que el cuerpo necesita.
El cuerpo contiene tres tipos de músculos para realizar estas funciones: músculo esquelético, músculo cardiaco y músculo liso.
El músculo liso se encuentra en las paredes de los órganos corporales, como el estómago y el intestino delgado. También se le llama músculo involuntario porque funciona sin control consciente.
Si el músculo liso necesitara instrucciones conscientes, tendríamos que enfocar nuestra concentración en funciones como digerir los alimentos y pasarlos por toda la extensión de los intestinos grueso y delgado.
Otro grupo de músculos involuntarios, el músculo cardiaco, se encuentra únicamente en el corazón y conforma las paredes del mismo. Tiene su propio sistema especializado de conducción eléctrica. Lo que esta vista microscópica no nos muestra, es que toda esta fibra muscular separada actúa en conjunto para que el corazón se contraiga y relaje como un único y enorme músculo.
Si el músculo cardiaco necesitara instrucciones conscientes para contraerse y relajarse, necesitaríamos pensar cada latido.
El tercer tipo de músculo es el esquelético, el único que está bajo el control consciente. El músculo esquelético se sujeta y recubre el esqueleto. En esta vista microscópica, se puede ver que tiene una serie de bandas claras y oscuras, o estrías. Debido a esto, a veces se le conoce como músculo estriado.
Las sesiones de ejercicio frecuentes que incluyan entrenamiento en resistencia, como el levantamiento de pesas, pueden causar un aumento en el tamaño del músculo esquelético. Es importante tener en cuenta que los músculos esqueléticos se encuentran bajo el control voluntario. Si no fuera así, no podríamos controlar los movimientos corporales.