Parásitos intestinales, los inquilinos no deseados
Por julioguzbra@hotmail.com
-
El enemigo interno
No hay nada peor que lidiar con inquilinos indeseables, esos que viven sin pagar la renta y son tóxicos para la sociedad. Algo similar ocurre con los parásitos intestinales, pues pueden vivir dentro de tu organismo sin que lo notes y al final exponer tu salud considerablemente.
Y es que, aunque no lo creas, tu cuerpo puede albergar un sinfín de organismos bacterianos que si los juntáramos todos, podrían pesar hasta 2 kilogramos, al menos eso indica una investigación del Instituto Médico Howard Hughes de Maryland.
De dos clases
Existen dos tipos principales de parásitos intestinales: helmintos y protozoos. Los primeros se contagian en general a partir de consumir alimentos crudos, reducen la capacidad del organismo para absorber nutrientes y producen debilidad, así como otras enfermedades.
Éstos incluyen organismos que tienen la capacidad de multiplicarse en el organismo. Debido a su tamaño pequeño, son difíciles de diagnosticar y además, pueden sobrevivir sin acceso a alimento. A continuación, algunos de los parásitos intestinales más comunes.
1. Ascaris
Son helmintos que viven con más frecuencia en los niños y que pueden crecer de manera exponencial. De hecho, pueden alcanzar entre 10 y 30 centímetros de largo en un periodo de tres meses. Puedes contagiarte por medio de las manos o con el contacto de con alimentos contaminados.
Sí. Algunos de los síntomas incluyen dolor abdominal, diarrea, así como irritación intestinal. Ante estos síntomas es importante acudir con un médico, pues de lo contrario, este parásito puede afectar a otros órganos, como pulmones y corazón. (Biblioteca Nacional de Medicina)
2. Gusano del sushi
Comer sushi, también podría producirte lombrices. El parásito del género Gnathostoma se desarrolla al ingerir pescado crudo o poco cocido, uno de los ingredientes más populares en la elaboración de platillos japoneses.
Aunque esta patología sólo se había detectado en países orientales donde es común el consumo de pescado crudo, la internacionalización de la comida japonesa trajo consigo este foco de contagio. Algunos de los síntomas incluyen vómito, urticaria, así como dolor epigástrico.
3. Taenia
También se le conoce como “solitaria”. Es una lombriz helminto verdaderamente indeseable ya que se adhiere al intestino delgado y puede permanecer ahí incluso por décadas. Si hablamos de su longitud, puede crecer hasta tres metros y liberar alrededor de 300 mil huevecillos diarios.
La forma de transmisión de la taenia es mediante el consumo de carne de cerdo o res contaminada. Puede ocasionar en el paciente diarrea con fragmentos de la lombriz, debilidad, nerviosismo, inapetencia y dolor abdominal. Informan los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).
4. Oxiuros
Son los responsables de la picazón en “la colita” de tus hijos. Al igual que la ascarasis, estos organismos pueden ser adquiridos al ingerir huevecillos de los parásitos, los cuales recorren el intestino hasta instalarse en el ano, para después ser expulsados con la materia fecal.
Al igual que la picazón en el ano, la falta de apetito y la alteración en el ciclo del sueño pueden venir de la mano de este problema. Si tu hijo está infectado es importante prestar atención a la ropa interior, sábanas y juguetes pues son algunos de los vehículos de infección.
5. Giardia
¿Sabías que una lombriz de este tipo podría alcanzar a medir hasta 70 centímetros? La giardia es uno de los parásitos responsables de una de las infecciones intestinales más frecuentes en las zonas urbanas y afecta en gran medida al intestino delgado.
Entre los signos más comunes se suelen presentar náuseas, diarrea repentina, espasmos abdominales y en casos más drásticos anemia y pérdida de peso. Este parásito suele contagiarse por consumir agua contaminada, ya sea al beber o lavar frutas y verduras. Informan los CDC.
6. Amebas
Su lugar preferido son las aguas estancadas, ya sean pozos de agua, charcos o lagunas. Al entrar al organismo, estos protozoos invaden el intestino grueso, al que perforan y más tarde provocan el desarrollo de úlceras. Si tienes varias evacuaciones al día, y éstas se acompañan con moco, visita a tu médico.
En tanto, los organismos de este tipo generalmente se encuentran en los suelos húmedos e ingresan al organismo por el contacto con la piel o por vía sanguínea. Su principal hogar es el intestino donde absorben sangre y ponen miles de huevecillos. La anemia, debilidad y en casos especiales la atrofia son algunos de sus síntomas que producen.
8. Tricocéfalo
Su tamaño quizás no es tan alarmante, pero el daño que provoca a la salud sí preocupa. Este gusano, que mide entre 3 y 5 centímetros se clava en la mucosa del intestino grueso y daña dicha estructura, lo que se traduce en dolor intenso y en deposiciones con presencia de sangre.
Zona de contagio
Los huevecillos de estos parásitos se encuentran en gran medida en áreas contaminadas por materia fecal y posteriormente pueden ser ingeridos mediante agua, alimentos u otros objetos contaminados. (CDC)
Si no habías oído hablar de él, entonces ten mucho cuidado ya que es un parásito perteneciente a los protozoos que radica en la tierra, los alimentos y el agua, y que al ser ingerido puede ocasionarte deshidratación, pérdida de peso, cólicos o dolor estomacal, fiebre, náuseas y vómito.
10. Estrongiloides
Estos organismos, al igual que sus demás compañeros, también son sumamente dañinos. Son helmintos capaces de recorrer varios órganos como los pulmones, vías respiratorias e intestino. En éste último se adhieren y producen sus huevecillos. Por fortuna, no es muy frecuente encontrarlos en el país.
¿Se pueden evitar?
Seguir algunas medidas, como evitar consumir agua o alimentos de dudosa procedencia, hervir o clorar agua, desinfectar frutas y verduras, cocer bien los alimentos, lavarse las manos antes de comer y después de ir al baño, así como lavar ropa de cama e interior con agua caliente puede ser de gran ayuda.
¿Y si estoy contagiado?
En caso que hayas adquirido una infección por algún parásito es importante acudir con un médico y seguir al pie de la letra el tratamiento que recete, el cual probablemente consista en antihelmínticos, antibióticos y analgésicos. informó la Biblioteca Nacional de Medicina.