Exorcismo: ¿crimen, locura o fe?

El exorcismo es el acto de liberar a una persona o a un lugar que está poseído por demonios, define la Enciclopedia Católica. Aunque está vinculado históricamente al catolicismo, otras religiones y culturas también lo han practicado.

Por supuesto, para creer en el exorcismo como una práctica liberadora, hay que primero creer en la existencia de los demonios, del bien y el mal, de un Dios y un Diablo. Pero, aún creyendo, la controversia sobre este método para erradicar el mal ha sido polémico a lo largo de los siglos.

Nos hemos aterrado con decenas de películas sobre posesiones. Quizás las más simbólicas sean "The exorcist" (1973) y "The exorcism of Emily Rose" (2005). La mayoría de las ficciones sobre exorcismos asustan, pero no siempre se ajustan a la realidad.

El exorcismo es una supuesta sanación espiritual, que se lleva a cabo con un sacerdote, quien intenta remover al demonio del cuerpo a través de rezos, de la lectura de la Biblia y del uso de agua bendita. Pero, claro, la práctica muchas veces ha cruzado límites, y ha rozado el satanismo y el crimen.

El sitio catholic.net explica que el exorcismo es un rezo que se oficia durante el bautismo. Debe hacerlo un sacerdote ordenado que tiene los poderes que le otorgan Dios y la fe para luchar contra el diablo. Pero en manos equivocadas, este simple camino hacia el encuentro con Jesús puede transformarse en un baño de sangre.

Para el padre Francesco Bamonte, exorcista italiano, el espiritismo, así como el satanismo son formas equivocadas de la práctica que muchas veces rozan el crimen. "El espiritismo invoca a los muertos para que luchen contra el Maligno, pero es la fe la que logra vencerlo, no los difuntos", explica.

Por la controversia en torno al exorcismo, sus métodos y su eficacia, la práctica estuvo casi vedada hasta mediados del siglo XX. En 1972, el Papa Paulo VI abolió la prohibición de ordenar a sacerdotes exorcistas. Desde entonces, el número de exorcismos aumentó un 50 por ciento.

De todas formas, los datos son difusos porque se trata de un ritual que se realiza a puertas cerradas. Sin embargo, una cifra revela la demanda de exorcismos. El polémico padre Gabriel Amorth, de la Diócesis de Roma y que hoy tiene 88 años, se atribuye haber realizado más de 70,000 en su larga carrera eclesiástica.

Lo que ocurrió en Maryland con los niños muertos a puñaladas, al parecer a manos de su madre y de una "amiga" de la familia, es un crimen aberrante, obra de la locura. La Iglesia Católica indica que sólo un sacerdote ordenado, y con las credenciales espirituales necesarias, puede obrar un exorcismo. Y que nada tiene que ver con la muerte.

En el trabajo "Exorcism: A Psychiatric Viewpoint", el psiquiatra W.H. Trethowan, de la Universidad de Birmingham, compara las técnicas exorcistas con las de la psiquiatría moderna, en donde hay un paciente (el poseído) y un experto (el exorcista). "No hay nada diabólico en ese pacto de sanación", asegura.

El doctor Trethowan explica que cualquiera que comete un acto criminal a través de un supuesto exorcismo, como sería el caso del crimen de Maryland, es una persona que podría ser diagnosticada con un amplio rango de males psiquiátricos desde psicosis hasta esquizofrenia.

Un artículo publicado en la revista "Psychology Today" aborda la posibilidad de que exista el "sindrome de posesión", que de hecho no existe aún en el manual de psiquiatría. Muchos creen que tanto la posesión, como el que utiliza el exorcismo como un arma criminal, sufren condiciones psiquiátricas.

En mayo de 2013, el Papa Francisco puso la palabra exorcismo en los titulares, ya que se dijo que había efectuado uno a un mexicano que estaba en silla de ruedas, en plena Plaza de San Pedro. El Vaticano lo desmintió.

La práctica del exorcismo pone a la fe y a la ciencia en una encrucijada. ¿Son eficaces? ¿Son un arma de doble filo para dementes? ¿Existe el demonio? Si la respuesta es sí, ¿se puede combatir con las fuerzas del bien? El debate existía en la Edad Media y se revitaliza por trágicos episodios como en el que acaban de perder la vida dos niños inocentes.