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Anatomía normal
La piel cubre la totalidad del cuerpo y actúa como una barrera protectora. Los injertos de piel pueden ser recomendados en casos de:
- Heridas muy extensas
- Quemaduras
- Intervenciones quirúrgicas específicas que puedan requerir de injertos para poder lograr la curación
Los lugares más comunes para la obtención de tejidos en los casos de injertos de piel son las nalgas y la parte interior de los muslos, pues éstas son áreas que, por lo general, están ocultas y, por lo tanto, tienen menor importancia desde el punto de vista cosmético.
Incisión
Por medio de un dermatomo (un instrumento para cortar piel), se toma la piel del lugar seleccionado del cuerpo del paciente, mientras éste se encuentra despierto, soñoliento (bajo sedantes) o profundamente dormido y sin sentir dolor (bajo anestesia local o general).
Procedimiento
El injerto es colocado, con extremo cuidado, sobre el área limpia que se va a cubrir y se sostiene, ejerciendo una presión suave, con una venda o compresa gruesa o con algunos puntos de sutura pequeños. El área de donde se obtuvo la piel queda expuesta y se cubre con una venda estéril no adherente durante cinco a siete días, con la finalidad de prevenir cualquier infección. El área donante sanará por sí sola al cabo de unas dos o tres semanas.
Cuidados postoperatorios
Por lo general, los injertos de piel suelen sanar con muy pocas cicatrices y, con frecuencia, tienen un aspecto parecido a la piel normal que los rodea.