Seguramente vives a diario situaciones estresantes con tu hijo a la hora del baño, de ir a la escuela o por las riñas entre hermanos. Las rabietas o "berrinches" son comportamientos naturales durante el desarrollo de la primera infancia, pero deberían disminuir en forma natural a los 4 años.
Sin embargo, hay niños que siguen manifestando ataques de ira o rabia. ¿Cómo saber cuándo el comportamiento agresivo o violento de tu hijo no es sólo parte de aprendizaje, sino que se está yendo de las manos? ¿Y qué puedes hacer para ayudar? Aquí una experta brinda algunas respuestas.
Parte del crecimiento
"En general, esperamos que los niños pequeños experimenten algunos comportamientos agresivos", dice la psicóloga pediátrica Emily Mudd, de Cleveland Clinic.
“En esta etapa, los niños tienden a recurrir a las expresiones físicas de su frustración, simplemente porque aún no tienen las habilidades del lenguaje para expresarse. Por ejemplo, empujar a un compañero en el patio de recreo podría considerarse típico. No necesariamente llamaríamos a eso una agresión, a menos que fuera parte de un patrón que se repite" señala la experta.
¿Cómo reconocer la verdadera agresión?
Cuando el niño tiene la edad suficiente que implica que sus habilidades verbales ya pueden comunicar sus sentimientos, (alrededor de los 7 años) las expresiones físicas de agresión deberían disminuir, dice Mudd.
Si eso no sucede, es hora de preocuparse, especialmente si tu hijo se pone a sí mismo o a otros en peligro, o está dañando cosas con regularidad.
Éstas son las señales de advertencia de que el comportamiento de tu hijo está teniendo un impacto negativo:
• Tiene dificultades en la escuela.
• Tiene problemas para relacionarse con compañeros.
• Con frecuencia causa situaciones desagradables en el hogar.
"Estas señales de advertencia son motivo de preocupación y no deben ser ignoradas", dice la especialista.
Podría esconder otros problemas
El comportamiento de tu hijo puede tener una causa subyacente que necesita atención. El trastorno de desarrollo y aprendizaje (TDAH) la ansiedad, las discapacidades de aprendizaje no diagnosticadas y el autismo, pueden provocar comportamiento agresivo.
“Cualquiera sea la causa, si el comportamiento agresivo afecta el funcionamiento diario de tu hijo, es hora de buscar ayuda”, aconseja Mudd.
Comienza hablando con tu pediatra. Si es necesario, él o ella pueden derivarte a un profesional de salud mental para diagnosticar y tratar problemas que puedan causar agresión.
Cómo afrontar las situaciones de ira del niño
Mudd recomienda estas estrategias para ayudar a tu hijo a dominar su agresión:
1. Mantén la calma "Cuando un niño está expresando mucha emoción, y los padres reaccionan con más emoción, puede aumentar la agresión del niño". En su lugar, trata de modelar la emoción.
2. No te rindas a las rabietas o al comportamiento agresivo. Por ejemplo, si tu hijo tiene una rabieta en la tienda de comestibles porque quiere un cereal en particular, no te des por vencido/a y no lo compres. Esto refuerza su comportamiento inapropiado.
3. Reconoce a tu hijo cuando actúa bien. Recompensa el buen comportamiento, incluso cuando tu hijo no esté haciendo nada fuera de lo común. Por ejemplo, si la hora de la cena está libre de problemas, podrías decir: "Me gusta mucho cómo actuaste hoy en la cena". No se necesitan grandes premios: el reconocimiento y la alabanza son poderosos por sí solos.
4. Ayuda al niño a aprender a expresarse nombrando las emociones. Anímale a que diga lo que siente, por ejemplo: "Puedo decir que estoy realmente enojado en este momento". Esto valida lo que tu hijo siente y alienta la expresión verbal, en lugar de la física.
5. Reconoce los patrones de tu hijo e identifica los desencadenantes. ¿Las rabietas ocurren cada mañana antes de la escuela? Trabaja en la estructuración de una rutina matutina. Divide las tareas en pasos simples y emite advertencias de tiempo, como "Nos vamos en 10 minutos". Establece metas, como llegar a la escuela a tiempo 4 días de cada 5, por ejemplo. Luego recompensa a tu hijo cuando cumpla con esos objetivos.
6. Encuentra recompensas apropiadas. No te centres en objetivos financieros o materiales. En su lugar, intenta dar recompensas como media hora de tiempo especial con mamá o papá, eligiendo lo que la familia comerá para la cena o seleccionando lo que la familia verá en la noche de películas.
Si tu hijo está luchando con el autocontrol, la incorporación de estas estrategias en su crianza podrían ayudarte a controlar esos comportamientos.
Pero si la situación parece inmanejable, recuerda que no eres el único/a que lucha con el comportamiento infantil. Los psicólogos pediátricos son expertos en ayudar a los niños y las familias a resolver problemas emocionales y de comportamiento.
Pídele a tu pediatra los nombres de los profesionales de salud mental de tu área y solicita ayuda si sientes que la situación se te escapa de las manos.