Se les conoce como los “pescados azules”. Desde el atún hasta la sardina, pasando por la merluza negra, el boquerón, el pez espada y el bonito, todos estos habitantes del mar tienen algo en común: un ácido graso llamado Omega 3, sumamente necesario para prevenir afecciones cardíacas y cerebrovasculares, y para estimular el desarrollo desde edades tempranas.
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Siempre se consideró al pescado un alimento saludable. Pero la prueba contundente de sus bondades la brindó una gran investigación, llamada "Estudio de los Siete Países", realizada en la década del 60 que tuvo como objetivo investigar los hábitos alimenticios de las poblaciones de Estados Unidos, Japón, Finlandia, Holanda, Yugoslavia, Italia y Grecia. Este extenso estudio comprobó, desde el punto de vista epidemiológico, cómo disminuía la incidencia de algunas enfermedades en aquellos pueblos que consumían más productos oceánicos.
Pero en aquel momento no se sabía cuál era el componente de los peces que generaba la prevención. Hasta que en 1982, el investigador Ralph Holman descubrió el Omega 3, durante un estudio sobre la dieta de los esquimales en el que demostró que la baja incidencia de infartos y enfermedades cardiovasculares entre los habitantes de los iglús estaba estrechamente relacionada con su dieta, basada en un 90 por ciento en pescados. Analizó la química de los peces y encontró el ácido graso maravilloso.
Según explica el Grupo de Estudios en Salud y Alimentación, entidad con sede en Argentina, el Omega 3 es un ácido graso esencial es decir, grasa de la buena que el organismo humano no puede sintetizar. Y como su presencia es necesaria para la buena salud, debe ser aportado indefectiblemente por la alimentación. Sus principales fuentes son los pescados y mariscos, ya sea frescos o enlatados.
Por eso, una de las metas de las nuevas corrientes de nutrición es fomentar su mayor consumo. Pero, para lograrlo, indica la nutricionista Silvia Espósito es fundamental que la gente deje de desconfiar de este alimento. "Hay muchos mitos, por ejemplo que el pescado se pone feo más rápido, que tiene olor fuerte. Existe un enorme miedo a las espinas algo que los nuevos procesamientos han eliminado milagrosamente. La realidad es que no todos sabemos prepararlo bien".
Por sus virtudes vale la pena intentar con buenos sazones de hierbas y jugo de limón. "En Holanda, un trabajo realizado durante una década en 12.377 personas sanas, demostró que comiendo tan solo una o dos porciones de pescado por semana se reducía el riesgo cardíaco en un 50 por ciento", cuenta Espósito. ¿Por qué logra este objetivo? Los Omega 3 tienen las siguientes características:
- Son "disolventes" naturales de la sangre.
- Contribuyen al equilibrio de la presión arterial.
- Ayudan a las arterias a permanecer elásticas y a evitar su inflamación, lo que, a la larga, podría causar un accidente cerebrovascular.
- Reducen la formación de coágulos, previniendo el infarto.
- Esta condición de "antiinflamatorio" es la que posibilita también que el Omega 3 prevenga el Mal de Alzheimer.
En el Caribe cubano se usa mucho la frase "el pescado es bueno para el cerebro". Y, una vez más, la ciencia avala al saber popular.
Un secreto: los peces que viven en aguas profundas tienen más Omega 3, porque las temperaturas bajas hacen que las grasas de sus organismos se congelen y "almacenen" esta sustancia. Por eso, dicen los que saben, hay que pescarlos y echarlos a la sartén o al horno antes que inicien sus rutas migratorias y gasten energía, perdiendo grasas en busca de nuevos mares.