Un nuevo estudio realizado en la Universidad de Liverpool, en Inglaterra, permitió determinar que el prójimo, ya sean amigos, familiares, pareja o compañeros de trabajo puede influir en nuestras las elecciones gastronómicas y hábitos de consumo. Y esta influencia a veces puede ser para bien… y otras, para mal.
Expertos de la Universidad analizaron 11 publicaciones y 15 estudios experimentales relacionados con hábitos de consumo, y determinaron que quienes nos rodean tienen gran influencia a la hora de comer.
De los trabajos analizados, siete de ellos se centraron en observar las normas de consumo en función a la cantidad de comida consumida. En los otros ocho estudios se buscó descubrir la influencia de la información en la elección de los comensales.
El doctor Eric Robinson, del Departamento de Ciencias de la Psicología de la Universidad, y autor del estudio, explica que las normas alimentarias pueden servir para reforzar la identidad dentro de un grupo. Esta conducta, llamada “transmisión social de los hábitos alimentarios” coincide con las teorías de la identidad social, donde una persona se identifica según los grupos a los que pertenece.
Por estos motivos, alguien podría optar por comer sano para tener cierta identidad social dentro de un grupo. Y por el contrario, hacer malas elecciones con una dieta perjudicial para su salud, por los mismos motivos: encajar dentro de su grupo de pertenencia, que en este caso, come mucho o mal.
Los investigadores suponen que esta teoría se puede utilizar a nivel social, para buscar mejorar los hábitos de consumo. Una mejor elección de comidas saludables entre un gran grupo de personas puede promover el “contagio” y logar que muchos integrantes de la sociedad también lo hagan. Así se podrán fomentar las elecciones saludables, como comer menos o elegir alimentos más nutritivos y sanos.