Cuando un adolescente le pregunta a sus padres o amigos si se ve gordo, decirle que sí puede llegar a resultar peligroso, aún cuando sea un joven de peso normal. Un nuevo estudio muestra que quienes creen que pesan demasiado, son más propensos a tener sobrepeso ni bien llegan a la adultez.
Un grupo de investigadores realizó el primer estudio en capturar la relación entre el peso percibido y el peso real durante un periodo de varios años, y notaron que una autoimagen negativa podría impulsar a los adolescentes a la obesidad. Entre los jóvenes voluntarios del estudio - que tenían un peso normal pero se sintieron gordos en la adolescencia - el 59 por ciento de las chicas y el 63 por ciento de los chicos desarrollaron sobrepeso en la adultez.
Puntos clave
"Cuando uno considera que tiene sobrepeso, aumentan las probabilidades de desarrollarlo realmente", señaló el autor del estudio Koenraad Cuypers, investigador de la Universidad Noruega de Ciencias y Tecnología. "Creemos que tiene que ver con la idealización del cuerpo, al ver a todos esos modelos en el mundo de la moda y de las películas. Para tener éxito, hay que ser delgado. Es el ideal. Esa actitud hace que los adolescentes de ambos sexos se digan a sí mismos continuamente que no son suficientemente delgados", apuntó el experto.
Entonces, ¿cómo se traduce eso en un aumento de peso, en lugar de permanecer delgados? "Es estresante. Una vez piensen que son gordos, se sentirán gordos en la adultez", reveló Cuypers. "Sentirse gordos podría crear una especie de estrés psicosocial por no poder lograr el aspecto que creen que deben tener".
Los investigadores también especulan que los que llegaron a la adultez sintiéndose gordos podrían haber intentado perder peso repetitivamente, y algunos estudios sugieren que eso puede aumentar la tendencia a adquirir sobrepeso. Otros podrían haber intentado saltarse comidas, y según sugieren los datos de este estudio, puede ampliar la brecha entre el peso real y el imaginado.
La encuesta de salud incluyó a 1,196 adolescentes de peso normal de ambos sexos. Se recolectaron datos de 1995 a 1997, y una vez más de 2006 a 2008, cuando los participantes tenían de 24 a 30 años de edad. Se excluyeron a los que sufrían de trastornos físicos o mentales y a las embarazadas, y ajustaron por el momento de la pubertad y el nivel de actividad física de los participantes.
Este trabajo podría ayudar a guiar los métodos de educación en salud sobre la comida y la autoimagen en los adolescentes, señaló S. Bryn Austin, profesora asociada del departamento de sociedad, desarrollo humano y salud de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Harvard. "Se trata de un estudio excelente que resalta que cuando los niños se sienten mal sobre sus cuerpos, los cuidan menos", enfatizó.
Austin señaló que los padres deben evitar decir a los adolescentes que se ven gordos o que deben perder peso, y enfocarse en crear un ambiente saludable y físicamente activo en casa. "Sirva buena comida, ofrezca un estilo de vida divertido y físicamente activo, saque la televisión de las habitaciones", aconsejó. "No se enfoque en las restricciones ni en el temor de subir de peso".
También culpa a los medios de comunicación por enfocarse excesivamente en la epidemia de obesidad. "La insatisfacción corporal es parte de nuestro ambiente generador de obesidad", advirtió. "Hay un exceso de enfoque en los peligros, lo que aumenta la insatisfacción, añade al estrés y contribuye a actitudes y conductas malsanas", planteó. "Es la tormenta perfecta".