El aroma de una pizza recién horneada siempre genera comentarios positivos; la combinación de un alimento tibio, crujiente y de buen sabor tiene una seducción innegable.
La cadena estadounidense Pizza Hut sabe sobre el tema, y fue la que se percató de que su producto estrella tenía un atractivo especial: el olor.
Puntos clave
Por eso el encargado de Relaciones Institucionales de la empresa publicó en el mes de agosto una pregunta en Facebook dirigida a sus clientes: “¿Te gusta el aroma que despide una caja de Pizza Hut recién abierta? Y si ese olor fuera un perfume, ¿cómo se llamaría?
La cantidad de respuestas fue abrumadora, y por eso, y para conmemorar que la empresa alcanzó los 100,000 seguidores en Canadá, se creó el perfume “Pizza Hut”, que ya recibieron en su domicilio los primeros 100 que enviaron su respuesta. La fragancia tiene toques de pan y de hierbas, pero solo se realizó una partida limitada. La compañía no tiene previsto lanzarlo en forma masiva, pero ¿quién podría negarlo? tal vez alguna vez se hagan versiones con aroma a tomates o a queso parmesano.
¿El olor a comida da hambre?
Los investigadores descubrieron que las personas con sobrepeso tienen mayor sensibilidad al olor a comida. El doctor Lorenzo Stafford, del Departamento de Sicología de la Universidad de Portsmouth asegura que hay relación entre la obesidad y la sensibilidad extrema al olor a comida, aunque todavía no se conocen las causas.
La investigación fue publicada en el journal Chemical Senses de la Universidad de Oxford, y buscaba determinar si las personas distinguen más los olores de la comida cuando sienten hambre o cuando están satisfechos.
El doctor Stafford descubrió, en contra de lo que se esperaba, que el sentido del olfato se agudiza más en presencia de olor a comida después de comer, que antes. Pero en olores que no son a comida, ocurre lo contrario: se perciben más antes de comer que después.
Las pruebas fueron realizadas entre 64 hombres y mujeres de entre 18 y 49 años, y aquellos con un índice de masa corporal (BMI) más elevado, evidenciaron mayor sensibilidad al olor a comida. Se supone que se debe a que el cuerpo necesita detectar “combustible” para preservar la masa corporal adquirida.