A pesar de no estar satisfechas con su imagen corporal y a sabiendas de que la obesidad puede traer graves consecuencias como el desarrollo o empeoramiento de algunas enfermedades crónicas, muchas personas se consuelan a sí mismas diciéndose que son obesas por un problema genético.
Es común escuchar frases como: ¿qué voy a hacer si papá también es gordo? O, como toda mi familia es así, debo aceptarlo.
Sin embargo, a pesar de ser la obesidad un problema multifactorial al cual se le han dado innumerables explicaciones, entre ella la genética, no podemos decir que ésta sea la principal causa ni conformarnos en pensar que si los padres son obesos, también sus hijos lo serán.
Todo lo contrario, si el factor genético está presente en nuestra familia, debemos tratar de controlar todos los otros factores que sí están a nuestro alcance cambiar.
Debemos recordar que aparte de los genes, algunas otras cosas las comparten padres e hijos obesos, como por ejemplo, la mesa familiar y la inactividad física.
Son muy pocas las personas obesas que tienen hábitos alimentarios saludables y los hábitos se transmiten en la casa de padres a hijos. Por esto es muy común ver en las familias de obesos que todos salen juntos a comer porciones gigantes de alimentos, especialmente aquellos con alto contenido de grasas y azúcares. También es común en estos grupos sobredimensionar la importancia de la comida y ver que los padres invitan a los hijos a servirse y repetir en la mesa.
Por otra parte, rara vez los padres obesos se animan a ejercitarse con sus hijos y los motivan muy poco, si de ellos surge la iniciativa de practicar algún deporte.
Hay un gran abanico de opciones para salir adelante si varios miembros de la familia son obesos, entre ellas MiDieta™ te sugiere:
- No te conformes pensando que la obesidad es un problema hereditario, consulta a tu Dietista sobre los factores que está en tus manos modificar.
- Toma un tiempo para planificar los cambios que harás en tu estilo de vida. No te plantees cambiar todo drásticamente, por el contrario, fíjate pequeñas metas que sean fáciles de cumplir.
- Involucra a toda la familia en los cambios, al hacerlos juntos es más fácil.
- Con la ayuda de un Dietista planifica un menú que sea balanceado y a la vez muy apetitoso para toda la familia. Para cada mes establece la meta de cambiar un alimento o un hábito que no sea saludable por uno que sí lo sea.
- Inicia un plan de actividad física familiar. No necesariamente debe ser un deporte, ni tampoco tienes que dedicarle mucho tiempo cada día. Planificar juegos con los niños, trabajar en el jardín, limpiar la casa, caminar todos juntos o bailar al ritmo de una buena música son excelentes alternativas.
- Celebra los logros de cada miembro de la familia, esto los motivará a seguir adelante.
De nuestros padres heredamos la contextura física, pero también ellos forman nuestros hábitos alimentarios. La contextura física no la podemos cambiar, pero sí podemos cambiar tanto como queramos nuestro estilo de vida y nuestros hábitos alimentarios. Este es un buen momento para empezar, ¿no crees?
*Dietista del Equipo de MiDieta™
Presidenta de la Sociedad Venezolana de Educación Nutricional