Antiguos textos de egipcios, persas y asirios hacen referencia a una sustancia viscosa, escurridiza y dulce con la que preparaban comidas y también medicinas. Para los griegos era la bebida con la que se nutrían los dioses. Se trataba de la miel, la noble melaza que producen las abejas.
Hoy, nueve mil años después, la miel continúa con su prestigio intacto. Energética y nutritiva, es la sustancia en la que naturalmente se piensa al hablar de una alimentación saludable.
Según se explica en el libro “The Top Ten Traditional Remedies”, escrito por Sarah Merson, experta en nutrición y salud del College of Naturopathic Medicine en Gran Bretaña, hay muchas razones para denominar a la miel con su segundo nombre, “oro líquido”.
“Compuesta por un 38 por ciento de fructosa, un 31 por ciento de glucosa, un 1 por ciento de sacarosa y un 9 por ciento de otros azúcares, la miel es el único endulzante natural que no requiere refinados ni procesados”, explica Merson.
En la lista de nutrientes y vitaminas que posee la miel, la autora enumera: la vitamina B6, la tiamina, la riboflavina y, en cantidades más pequeñas, calcio, cobre, hierro, magnesio, manganeso, fósforo, potasio, sodio y zinc.
Pero tal vez lo que hace a la miel única es que posee una sustancia llamada propóleos, que, como se define en el sitio web de Medline, de la Biblioteca de Medicina de Estados Unidos y de los Institutos Nacionales de Salud, “es una resina natural creada por las abejas para construir sus colmenas”. Y es justamente el que hace que la miel sea un alimento aliado de la buena calidad de la piel ya que hidrata y suaviza el cutis.
La información agrega que “hoy, el propóleos se usa comúnmente en la fabricación de goma de mascar, cosméticos, comprimidos y cremas para la piel”. Pero también advierte que, aunque poco frecuentes, consumir propóleos en exceso puede resultar tóxico en personas alérgicas por lo que recomiendan utilizarlo en forma controlada, bajo la mirada de un especialista.
Sobre las virtudes terapéuticas de la miel, en la lista que enumera la especialista Merson figuran su capacidad para combatir el insomnio –una afección común hoy en día entre los americanos– y su poder antibacteriano y antiséptico, “para el tratamiento de las úlceras, las quemaduras y las heridas”.
En Estados Unidos, se llevan a cabo distintas investigaciones para potenciar estas propiedades. El entomólogo John Adamczyk lidera un equipo en el Servicio de Investigación Agrícola del Departamento de Agricultura, con sede en Welasco, Texas, que estudia el genoma de la miel. La unidad, llamada Honey Bee Research, avanza en conseguir mieles mejoradas, libres de pesticidas y plagas, para hacerla, en forma contundente, un verdadero superalimento.
Fuentes:“The Top Ten Traditional Remedies”, Biblioteca de Medicina de Estados Unidos y los Institutos Nacionales de Salud (Medline), Servicio de Investigación Agrícola (USDA), Honey Bee Research Unit.