Hacer una dieta exige voluntad y persistencia. Pero sobre todo, demanda confianza en uno mismo. Para ello, la autoestima juega un papel fundamental. Para poder decir: ¡yo puedo!
Más allá de todos los trucos que hayamos aprendido para evitar la tentación de comer alimentos prohibidos, existe una fuerza poderosa que es determinante para tener éxito con la dieta: la autoestima.
Si no tenemos confianza en que nosotros también podemos vernos mejor; si creemos que no somos capaces de respetar el plan alimentario, ¿para qué hacerlo?
De esto se trata la autoestima, de la opinión que tenemos sobre nosotros mismos, de tomar conciencia de nuestras virtudes, de querernos y aceptarnos tal cual somos.
Eleva tu autoestima y come lo indicado
Mejorar el concepto que tenemos de nosotros mismos no es algo que se pueda lograr en pocos días. De hecho, la autoestima empieza a construirse desde pequeños. Aquellos niños que crecen sintiéndose capaces de superar los desafíos por ellos mismos, se desarrollan con mayor confianza que aquellos que escucharon permanentemente críticas de sus padres.
La Dra. Denise Lamothe, psicóloga clínica y doctora holística, autora del libro “The Taming of the Chew” (Penguin, 2002), ha escrito una guía para personas que comen en forma compulsiva. “Cuidar de nuestro propio cuerpo, mente, espíritu y emociones es esencial para sentirse equilibrado”, explica la psicóloga. A continuación, algunos de sus consejos:
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Mueve tu cuerpo. Elige actividades que disfrutes. No tienes que hacer ejercicio durante muchas horas. Es mejor que hagas menos y te sientas mejor mientras te vuelves más fuerte, relajado y equilibrado.
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Expresa tus sentimientos. Nadie sabe lo que te pasa por dentro si no lo dices. Esconder tus sentimientos puede provocarte problemas emocionales, espirituales y físicos. Esconder lo que sientes te llevará fácilmente a…el tarro de galletas.
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Haz la mayor cantidad de elecciones por “amor propio” que puedas cada día y en cada aspecto de tu vida. Estarás más feliz y contenido, y menos propenso a comer compulsivamente.
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Regálate un tiempo de tranquilidad. Todos necesitamos un tiempo de paz y descanso para encontrarnos con nosotros mismos. Respira profundamente, medita o realiza alguna otra actividad de introspección, cada día. Estamos siempre tan ocupados que muchas veces olvidamos lo que significa simplemente “ser”. Si no lo hacemos, nos olvidaremos de nosotros mismos, no sabremos cuáles son nuestras necesidades y terminaremos resentidos, utilizando la comida para aplacar esos sentimientos de enojo.
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Pasa un tiempo al aire libre. Todos somos parte del mundo que nos rodea. Relájate en algún lugar rodeado de naturaleza, siente el sol y la lluvia, el frío y el calor. Observa las estrellas y respira profundamente.
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Cultiva tu espíritu. Sé creativo, ríe, juega, abraza a alguien. Deja de tomarte la vida tan seriamente. Todavía somos niños, pero en cuerpos más grandes. Aseméjate a un niño. Consigue algunos materiales artísticos, un poco de arcilla o simplemente camina descalzo por el pasto…
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Apréciate. Éste es tu propio trabajo. Los demás están demasiado ocupados para preocuparse por hacerte feliz a ti. Si esperas que los demás descubran tus necesidades, te decepcionarás mucho más que si no lo hicieras.
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Recuerda que no hay equivocaciones, sólo lecciones. Y cualquier cosa que hagas, nunca en ninguna circunstancia te castigues. Esto sólo hará que las cosas empeoren. Si te enojas contigo mismo, te sentirás mal y el azúcar y los carbohidratos simplemente distraerán tu atención por un rato.