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La ONU y la nutrición

En estos tiempos en que los problemas en cuatro de los cinco continentes parecen agudizarse, las siglas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ocupan un lugar relevante en el mundo de las noticias y mucha gente piensa que la ONU sólo se ocupa de tratar de mantener el orden internacional, evitar las guerras y mandar sus tropas de cascos azules para cumplir funciones especiales en zonas donde conflictos muy serios hacen necesaria su presencia. Pero, afortunadamente, la realidad es otra.

El sistema de Naciones Unidas está formado por agencias especializadas que actúan en diversos campos en todo el mundo. Dos de esas agencias tienen que ver con nuestra alimentación y, por décadas, han hecho enormes esfuerzos por aportar ideas y programas destinados a mejorar la situación nutricional de los países más necesitados. Esas agencias son la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), que tiene su sede en Roma, Italia, y la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuya sede esta ubicada en Ginebra, Suiza.

La ONU y la nutrición

La primera de esas organizaciones, la FAO, destina sus esfuerzos a promover una mejor disponibilidad de alimentos para todos y la OMS promueve mejores condiciones de salud para que la ausencia de enfermedades permita una mejor utilización de los alimentos que consumimos.

Recomendaciones para evitar enfermedades crónicas

Aunque, en la mayoría de los casos, los esfuerzos de ambas agencias han estado orientados a la atención de los problemas de los países menos desarrollados, hace pocos días pudimos leer el informe de uno de sus famosos Comités de Expertos, en este caso destinado a orientar a la población de todo el mundo sobre la mejor manera de prevenir las enfermedades crónicas que son responsables de la mayor parte de las muertes en casi todos los países.

En un intento por simplificar un documento sustentado sobre bases científicas no muy fáciles de explicar y comprender, podemos decir que dicho Informe hace dos grandes recomendaciones: a) evitar el consumo de muchas calorías y de alimentos ricos en grasas saturadas y en azúcares, y b) tratar de comer muchos vegetales y frutas, además de mantenernos activos a lo largo de nuestras vidas.

¿Cómo sigo las recomendaciones?

Para evitar el consumo de más grasas saturadas que las que nuestro cuerpo necesita, debemos retirar la grasa visible de las carnes, incluida la piel del pollo, y ser muy moderados en el consumo de productos de panadería y pastelería, que generalmente se fabrican con mantecas vegetales ricas en esos ácidos grasos. Para evitar el consumo excesivo de azúcar debemos ser prudentes en el agregado de azúcar al café y a los jugos y no consumir con frecuencia dulces u otros productos que se fabrican con azúcar. Leer las etiquetas de los productos empacados nos ayuda mucho a conocer la composición de los alimentos que comemos.

Para consumir suficientes vegetales y frutas no hay necesidad de recomendaciones especiales, ya que todos sabemos cuáles son los vegetales y las frutas, y lo que necesitamos es tomar la decisión de comerlos varias veces al día, tratando de variar los que seleccionamos a lo largo de la semana, para obtener de ellos todos los nutrientes que puedan aportarnos.

Igual sucede con el aumento de la actividad física. Lo importante es decidirnos a ser cada vez más activos y esto va, desde estacionarnos un poco más lejos del trabajo o en el centro comercial donde hacemos nuestras compras para caminar un poco más, y tomar las escaleras en vez del ascensor cada vez que sea posible, hasta la práctica disciplinada de ejercicios, tratando de alcanzar la meta de hacerlo no menos de cinco veces a la semana y, si es posible, por un tiempo no menor a una hora. Si no podemos dedicar a nuestros ejercicios tanto tiempo, siempre ayuda hacerlos por el tiempo que podamos pero siempre de una manera muy disciplinada.

*Especialista en Nutrición. Vicepresidente de Desarrollo de Productos de DrTango, Inc.

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