La sicóloga Angela Attwood, de la Universidad de Bristol, realizó un trabajo que intenta buscar una solución para el serio problema del alcoholismo en Inglaterra, que crece día a día en especial entre los jóvenes.
Ante la dificultad de controlar con legislación el consumo de alcohol, Attwood y sus colegas buscaron cambiar esta tendencia mediante la educación. “La gente a menudo no se da cuenta de cuánto o con qué rapidez beben”, explica. Esto le hizo pensar que tenía que haber algún tipo de distorsión en la medida, y la encontró en la apariencia de los vasos: la forma da idea de un volumen distinto al que se cree y por ende, se bebe más.
Puntos clave
Para probar esta hipótesis reclutaron a 160 bebedores sociales sanos de entre 18 y 40 años, a los que dividieron en grupos. Se monitoreó a los participantes, a quienes habían asignado al azar 354 y 155 mililitros de bebidas, que podían ser cerveza o gaseosas, en vasos rectos y en otros con formas redondeadas.
Mientras bebían se les proyectó un documental emocionalmente neutral, durante el cual tenían que estar sentados mirando. Al final de las sesiones de prueba se controló el tiempo que llevó a los voluntarios terminar su bebida. Atwood y el equipo encontraron que el grupo que más bebió fue el que tenía cerveza en un vaso curvo.
El grupo que recibió un vaso recto bebió sus 354 mililitros de cerveza en 13 minutos, mientras que los del vaso curvo lo hicieron en 8 minutos. Sin embargo, los que recibieron 177 mililitros de cerveza en un vaso recto lo terminaron en el mismo tiempo que los del vaso curvo.
Attwood supone que los que beben más rápido lo hacen porque en el vaso curvo no logran determinar cuándo llegaron a la mitad. Al parecer, los bebedores sociales naturalmente tienden a tomar más lentamente cuando llegan a la mitad del vaso.
En un segundo experimento se les pidió que calcularan la cantidad de líquido contenida en vasos rectos o curvos que vieron en fotos. Y los expertos notaron que los voluntarios se equivocaron marcadamente en el caso de los vasos curvos.
Una solución simple sería marcar dónde está la mitad en los vasos de cerveza, y si bien con esto no se puede evitar que se beba más, al menos puede ayudar a que tengan más control.