Es la palabra más usada a la hora de hablar de nutrición y de vida saludable. Son las famosas vitaminas, los nutrientes que estimulan las funciones metabólicas y que provienen directamente de los alimentos que ingerimos.
Los manuales médicos, como el “Manual Merck de Información Médica para el Hogar”, dividen a las vitaminas en dos grandes grupos: las hidrosolubles —transportables en agua— como las del grupo B y C. Y las liposolubles —que se transportan en grasas— como las de los grupos A, D, E y K. El exceso de vitaminas hidrosolubles en el organismo no es bueno, mientras que las liposolubles sí se pueden almacenar en el cuerpo humano en tejidos adiposos.
Las vitaminas no aportan energía al organismo. Por su capacidad para regular funciones metabólicas también se las define como “nutrientes reguladores”.
Estas sustancias no son sintetizadas por el organismo. Por eso, una de las razones esenciales de mantener una dieta variada es garantizar que nuestro organismo reciba de los alimentos las vitaminas que necesita. En muchos casos, el médico decide prescribir suplementos vitamínicos, frente a situaciones o condiciones específicas.
De acuerdo con la Academia Americana de Médicos de Familia (AAFP, por sus siglas en inglés) hay tres motivos de peso: “debido a ciertos problemas de salud, si se consume una dieta vegetariana y si la persona está embarazada o en el período de amamantamiento”.
Esta recomendación está en concordancia con la Guía Alimenticia para los Americanos 2005, publicada por el Departamento de Salud y Servicios Humanos y el Departamento de Agricultura, que indica que los nutrientes que el organismo necesita deben provenir en primer lugar de los alimentos, con suplementos si se necesitan debido a una situación especial “en ciertas poblaciones sensibles”.
De acuerdo a la guía, además de los tres escenarios que plantea la AAFP, habría que sumarle que también se podría llegar a sugerir suplementos vitamínicos en personas de más de 50, especialmente de vitamina B-12 –que ayuda al funcionamiento del sistema nervioso y del corazón– y en mujeres mayores de 35 años que buscan un embarazo.
La Guía de Información de Salud para el consumidor “Fortifique su conocimiento sobre vitaminas”, producida por la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), categoriza a los suplementos vitamínicos como “suplementos dietarios”, en la misma lista están los suplementos de minerales, productos de botánicas.
En ese manual, el doctor Vasilios Frankos, director de la División de Programas de Suplementos Alimenticios de la FDA dice que estos suplementos “no deben tomarse a la ligera”.
“Las vitaminas no son peligrosas hasta que usted las tome en exceso”, explica. Y agrega que “más no necesariamente es mejor con los suplementos, especialmente si usted toma suplementos de vitaminas liposolubles”.
Fuentes: Manual Merck, Food and Drug Administration, American Academy of Family Physicians (AAFP).