Un grupo de investigadores especializados en la lucha contra la obesidad ha desarrollado un nuevo método para detectar las células de grasa marrón en ratones de laboratorio. Esa grasa también conocida como “grasa buena”, quema calorías para mantener el cuerpo caliente. La grasa blanca, en cambio, almacena calorías adicionales alrededor de la cintura, con los consiguientes problemas de salud
Hasta ahora era difícil detectar las células de grasa marrón a nivel molecular, por eso ha resultado tan difícil aprovechar su capacidad de combatir la obesidad. Afortunadamente el nuevo método desarrollado por investigadores del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas, en Houston, ayudará a hacer algunos avances.
Puntos clave
- La grasa blanca es la encargada de almacenar calorías
- La grasa marrón conserva la temperatura corporal
- En este proceso quema calorías
El doctor Mikhail Kolonin, autor principal del estudio y profesor de investigación sobre las células madre, explica que hasta ahora se sabía que la grasa marrón es común en bebés y niños, y los ayuda a mantener la temperatura corporal. Pero se descubrió que también está presente en los humanos adultos, aunque antes de este nuevo método, era difícil medir su distribución corporal.
El gran reto de los investigadores es descubrir la clave para adelgazar a voluntad, y este tipo de grasa podría ser clave, ya que en lugar de almacenar calorías, potencia el gasto de las mismas. Se han realizado pruebas en humanos donde se descubrió que el frío y el ejercicio podrían activar el funcionamiento de esta grasa marrón o grasa “buena”.
En estudios dirigidos en 2009 por Andre Carpentier, de la Universidad de Sherbrooke, en Quebec, se expuso a seis hombres de entre 23 y 42 años a frío moderado durante fracciones de dos horas. Este estímulo tan simple como el cambio de ambiente impactó en el organismo y puso en marcha el funcionamiento de la grasa “buena” que quema calorías. Con esta información, no es descabellado suponer que las altas temperaturas de las casas se relacionan con un mayor índice de obesidad.
Según explica Bruce Spiegelman, profesor de Biología y Medicina de la Universidad de Harvard, el deporte también activa el tejido adiposo marrón. Y en estudios en roedores descubrieron una hormona que bautizaron “irisina”, que es segregada por los músculos al hacer ejercicio y se dirige a la grasa marrón para activar su funcionamiento.
De esta forma, al hacer deporte, se queman calorías por el movimiento y también hay un consumo extra de calorías por la activación de esta hormona, que consume reservas de grasa. Los científicos suponen que se podrían aprovechar esta habilidad de quemar calorías y aplicarla en tratamientos para bajar de peso. Pero hasta ahora solo se han hecho pruebas en roedores, y no siempre los resultados que se logran con animales funcionan en humanos.