Según la Fundación para la Investigación de la Diabetes Juvenil, de Estados Unidos, un grave desorden de la alimentación afecta a quienes padecen diabetes tipo 1. Su nombre – no oficial – es la "diabulimia", y ocurre cuando el diabético restringe o directamente elimina el uso de la insulina para lograr bajar de peso.
La diabetes tipo 1 es una enfermedad peligrosa si no se trata adecuadamente, ya que sin insulina aumentan los niveles de azúcar en la sangre. El cuerpo necesita eliminar del flujo sanguíneo este exceso de azúcar y lo hace a través de la orina frecuente, lo cual origina una abrupta pérdida de peso.
Es el mismo caso que se da entre quienes padecen de bulimia, pero en lugar de vomitar o utilizar purgantes, omiten las dosis de insulina que el organismo necesita para funcionar en forma correcta.
“La insulina estimula el apetito y la acumulación de grasa corporal, lo que es contrapuesto a la visión de delgadez de muchas mujeres jóvenes”, explica Maryjeanne Hunt, en un video informativo del Colegio Americano de Endocrinología. Ella fue diagnosticada con diabetes tipo 1 en 1971, fue una adolescente “diabulímica” y ha luchado con este desorden alimentario durante 22 años. Hoy está completamente curada y ha escrito el libro “Comer para bajar” lanzado a principios de 2012, donde cuenta sus experiencias con esta enfermedad.
Uno de cada 10 casos de diabetes es del tipo 1, donde el organismo es incapaz de producir insulina, una hormona fundamental que convierte en energía la glucosa – o azúcar - de los alimentos. “Sin insulina, el azúcar queda dando vueltas en la sangre del paciente y genera complicaciones”, dice Leon Litwak, presidente de la Sociedad Argentina de Diabetes. Al inyectar insulina, ésta introduce el azúcar de los alimentos directamente dentro de las células.
Los síntomas de la carencia de insulina son similares a los de la bulimia: graves trastornos de la menstruación, caída del pelo, pie diabético y menor crecimiento corporal en el largo plazo. Un nivel descontrolado de azúcar en la sangre puede también traer complicaciones a largo plazo como ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares, problemas oculares o ceguera, daños en las terminales nerviosas de las extremidades, afecciones renales y trastornos en las encías.
Según la Asociación Americana de Diabetes (ADA), un 10 o 20 por ciento de adolescentes y un 30 a 40 por ciento en jóvenes o adultas jóvenes con diabetes evitan el uso de insulina para controlar el peso. Como en todos los desórdenes alimentarios, las niñas y las mujeres son más propensas que los varones a estas prácticas que restringen la insulina.