La diabetes es una de las pocas enfermedades crónicas que, bien controlada, puede acompañar a una persona hasta que le llegue el momento de morir por otra causa sin afectar su calidad de vida. Por eso no es extraño que alguien a quien se le diagnostique una diabetes a los 45 años muera a los 95 como consecuencia de un tumor maligno, cuya aparición no tuvo nada que ver con su diabetes.
Bien compensada, la diabetes es una enfermedad que no produce síntomas ni molestias de ningún tipo, lo cual justifica, no sólo alimentarse bien y mantenerse activo para evitar que se descontrole, sino mantener una actitud positiva ante la enfermedad..
Con la ayuda del ejercicio
Al mismo tiempo, mantener una actitud positiva, conjuntamente con la práctica disciplinada de ejercicios y una alimentación balanceada y sin excesos, representan el mejor conjunto de medidas antiestrés que alguien pueda imaginar. Esto tiene una importancia enorme ya que uno de los factores que más contribuyen a elevar las cifras de azúcar en la sangre es el estrés. De esta manera, el efecto normalizador de la glicemia que tienen las medidas antiestrés hace de esta secuencia de cosas un círculo beneficioso que favorece de manera significativa una mejor calidad de vida por todos los años que nos va a tocar vivir.
Por su parte, el ejercicio, además de estar considerado por sí mismo una excelente medida para combatir el estrés, cumple un papel importantísimo en el control de la diabetes. El ejercicio actúa sobre uno de los mecanismos principales del problema al contribuir a que las células recuperen su capacidad de usar más eficientemente el azúcar de la sangre. Vistas así las cosas y teniendo en cuenta que además de ayudarnos a combatir el estrés y a que nuestras células manejen mejor el azúcar de la sangre circulante, el ejercicio genera una sensación de bienestar después de que lo hacemos. Tenemos que llegar a la conclusión de que sí hay razones para mantener una actitud positiva ante la enfermedad.
La dieta es esencial
Algo similar sucede con la alimentación. Por muchos años, las personas con el diagnóstico de diabetes eran sometidas a lo que se conocía como la dieta de diabético o para diabéticos, lo cual representaba una buena manera de amargarle la vida a los pacientes y a sus familias. Afortunadamente, diversos estudios demostraron no sólo lo poco efectivo de esas dietas a los efectos de mantener el control de la enfermedad, sino que, por el contrario, el desbalance entre sus componentes representaba un serio factor de riesgo a sufrir otros problemas que agravaban la situación y afectaban aún más la calidad de vida y el pronóstico.
Hoy se sabe que una persona con diabetes puede comer lo mismo que cualquier persona sana interesada en cuidar su salud. Dicho de otra manera, puede comer de todo sin abusar de nada y respetando siempre los principios sagrados de una buena dieta: a) variedad entre los alimentos que integran sus comidas, b) prudencia en la selección de procedimientos sanos de cocción, y c) moderación en el tamaño de las porciones que se sirve. Comiendo así, como puede y debe comer cualquier persona interesada en mantener una buena salud, no hay razones para no tener una actitud positiva ante la enfermedad.
* Especialista en Nutrición. Vicepresidente de Desarrollo de Productos de DrTango, Inc.