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Cuando el peso se estanca

A través de los años, nuestro peso tiende a aumentar. Tener un bebé, comer más calorías de las necesarias o no hacer ejercicio, todos estos factores y más hacen que las libras se vayan acumulando y se vuelvan más difíciles de rebajar.

El aumento de peso lo experimentamos en diferentes etapas de nuestra vida y empieza a los veinte o a los treinta años de edad. Subimos aproximadamente media libra por año y estas libras extras pueden llegar a sumar unas 26, en el caso de las mujeres, o unas 18, para los hombres. A los cincuenta años, este aumento disminuye pero no se detiene del todo.

Cuando el peso se estanca

Por otro lado, al principio de una dieta, nuestro cuerpo reacciona y pierde peso de una forma efectiva, pero con el pasar de las semanas nos estancamos y el dictamen de la balanza parece no cambiar. Los expertos denominan este fenómeno el “punto o estado confortable”.

Cómo se llega al “punto confortable”

Tanto los factores del ambiente como los genéticos juegan un papel importante en nuestro peso. Los genes lo determinan en un 40 por ciento, mientras que el ambiente, en un 60 por ciento.

Entre los factores ambientales que afectan el peso están la falta de ejercicio, la nutrición no balanceada, las medicinas y las situaciones estresantes de nuestra vida, ya sean positivas o negativas, como el desempleo o el nacimiento de un hijo.

Los cambios químicos del cuerpo también influyen en el peso. En las mujeres, unos años antes de experimentar la menopausia, los niveles de estrógeno disminuyen y se eleva la acumulación de grasa en el cuerpo.

Injusto ¿no? Sí, pero no es el fin del mundo.

Desafía tu “punto confortable”

A pesar de que no podemos comer lo que comíamos cuando teníamos quince o veinte años, sí podemos tomar ciertas medidas que pueden retar a nuestro “punto confortable” y cambiarlo en cierta forma.

  • Mueve el esqueleto
    La vida sedentaria toma más fuerza al pasar los años. Tomemos el ejemplo de una mujer que en su veintena solía correr tres o cuatro millas, tres veces por semana: con el pasar del tiempo, necesitará aumentar las millas a cinco o la frecuencia a cuatro veces por semana mínimo para evitar subir de peso. Lo mismo sucede cuando nos “estancamos” con la dieta; hay que reactivar nuestra sesión de ejercicios o el plan alimentario para romper con la “rutina” a la que nuestro cuerpo se acostumbró.
  • Aumenta la masa muscular
    La masa muscular disminuye un uno por ciento cada año después de los treinta años. Ya que el músculo es más activo que la grasa, desde el punto de vista metabólico, es recomendable hacer ejercicios con pesas para evitar que la actividad del metabolismo disminuya. Y de paso, al levantar pesas, quemamos calorías con más eficiencia.
  • Toma comidas balanceadas Toda persona posee diferentes requisitos nutricionales, los cuales dependen de su sexo, edad, estatura y nivel de actividad física. La clave de una alimentación balanceada se encuentra en una dieta que proporcione una cantidad correcta de carbohidratos, grasas y proteínas. Evita hacer las dietas de “moda” y no omitas ningún grupo alimentario, ya que tu cuerpo necesita cubrir sus necesidades nutricionales diariamente.
  • ¡No te estanques más! Rompe el ciclo del “punto confortable” con la ayuda de una rutina de ejercicios y una alimentación balanceada quizás un poquito menos de lo que solías comer una o dos décadas atrás. Acepta y aprende a manejar los cambios de tu cuerpo conforme se vayan presentando y sé realista: busca mantener un peso saludable y no necesariamente ideal.

*Dietista


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