¿Tienes en casa una hija que hasta hace muy poco era dulce y sumisa y ahora pelea por todo y se pasa horas hablando por teléfono diciendo que nadie la comprende? ¿O acaso es un varón que de repente dejó sus juegos habituales para encerrarse en su cuarto a “pensar en nada”?
Si te son familiares estas situaciones seguramente tu hijo tiene entre 10 y 11 años y está empezando su adolescencia.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la adolescencia es el período comprendido entre los 10 y los 19 años de edad y, sin lugar a dudas, es una etapa de profundos cambios físicos, psicológicos, sociales y culturales que llevan al joven finalmente a ser autosuficiente.
El censo del año 2000 en los Estados Unidos reportó un total de 40.747.962 adolescentes en el país, los cuales representan un 14,5% de la población y, en América Latina, según cifras de la Organización Panamericana de Salud, su número llega a 166 millones, representado aproximadamente 22% del total de población. Siendo tantos, con toda seguridad es posible que tengamos un adolescente muy cerca de nosotros al cual no sepamos tratar porque nos parezca muy extraño su comportamiento y nos olvidamos que, salvando las diferencias que cada época nos impone, también nosotros pasamos por eso y con sólo un poco de paciencia, el tiempo pasará más rápido de lo que imaginamos y nuestro adolescente será un adulto.
Uno de los elementos de mayor conflicto para los adolescentes es su imagen corporal, a la cual dedican horas de su tiempo, bien sea haciendo ejercicios para ponerse musculosos en el caso de los varones o bien sea intentando todas las dietas posibles para rebajar en el caso de las mujeres.
A pesar de que ésta es la situación común, hoy en día los profesionales de la salud están muy preocupados por los adolescentes debido a que este grupo se preocupa demasiado por su cuerpo, pudiendo llegar al extremo de volverse obsesivos y terminar desarrollando lo que se conoce como desórdenes de alimentación (enfermedades de base psicológica donde hay una distorsión de la imagen corporal).
Por otra parte, hay otro grupo de adolescentes que son muy inactivos y pasan horas frente al televisor tomando refrescos e ingiriendo alimentos con alto contenido calórico sin realizar ninguna actividad física, lo cual los puede llevar a desarrollar en la edad adulta enfermedades como diabetes e hipertensión arterial.
¿Cómo ayudar?
La mayoría de los adolescentes rechazan la protección de los padres y quieren sentirse independientes y autónomos pero, a la vez, cuando sus padres no los atienden son más vulnerables y susceptibles que las personas de otras edades. Por lo tanto, se recomienda que los adultos creen para los adolescentes un clima de confianza para que sepan que tienen a quién acudir sin sentirse presionados ni sobreprotegidos.
Para llevar este proceso de una manera poco pesada para todos los miembros de la familia, en MiDieta™ queremos darte los siguientes consejos:
- No esperes a que tu hijo llegue a la adolescencia para inculcarle buenos hábitos de alimentación. Si el niño se forma con unos buenos hábitos desde pequeño los mantendrá durante su adolescencia.
- Motiva a tu hijo a hacer ejercicios. Recuerda que a esta edad muchas veces los adolescentes ingieren calorías extras comiendo fuera de casa, las cuales pueden eliminar fácilmente con la ayuda del ejercicio.
- Si tu hijo(a) decide hacer dieta, explícale la importancia de comer bien durante la adolescencia para completar de manera apropiada su proceso de desarrollo. Si insiste en el tema, asegúrate que consulte a un Nutricionista – Dietista.
- Si en algún momento sientes que tu hijo(a) está obsesionado respecto a su imagen corporal, come muy pocas cantidades de alimentos o, por casualidad, descubres que tiene consigo laxantes o se está provocando el vómito, consulta a un médico de inmediato.
- Si tu hijo(a) tiene sobrepeso no le hagas comentarios negativos al respecto, trata en lo posible de hacerle entender lo necesario que es para él(ella) el mantener un buen peso y ayúdalo(a) en todo lo que pueda solucionarle su problema (pago de matrícula en el gimnasio, consulta con un Nutricionista – Dietista, adopción de mejores hábitos de alimentación en el hogar, etc.)
- Si te ves en la situación de tener una hija embarazada mientras está en su adolescencia, es muy importante que te tomes un tiempo y le expliques la enorme importancia que tienen tanto para ella como para su futuro hijo el alimentarse bien.
Aunque parezcan venidos de otro planeta, los adolescentes comparten nuestro mundo y con un poco de paciencia y tolerancia es posible acompañarlos en esa etapa de su vida para que, entre otras cosas, consoliden unos hábitos de alimentación apropiados que les garanticen una buena calidad de vida durante su etapa de adultos.
*Dietista del Equipo de MiDieta™
Presidenta de la Sociedad Venezolana de Educación Nutricional
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