“No te pares de la mesa hasta terminar tu plato”. “Hay niños en el mundo que no tienen nada que comer y tú estas desperdiciando la comida”. ¿Te suena familiar? ¿Quizás te lo decía tu mamá o tu abuela y te sentías en la obligación de aceptar esto. Ahora en la adultez, y habiendo dejado atrás tu niñez, ¿sientes que todavía te es difícil desprenderte de esa crianza y decir que NO?
Pero, por supuesto que puedes decir que NO, a pesar de que corras el riesgo de herir los sentimientos de una o más personas. A menudo te encontrarás en situaciones en que quisieras complacer a todo el mundo, pero no debes poner en juego tu salud por simplemente no poder decir que NO.
Si usas algunas tácticas diplomáticas, tu respuesta ‘no, gracias’ será bien recibida y no necesariamente vas a ofender a alguien.
Dos tipos de alimentación
Pero, antes de llegar a estos consejos, es necesario que entiendas la diferencia entre una alimentación normal y una disfuncional.
La alimentación normal se refiere a tener un patrón o un horario regular, es decir, tres comidas y, quizás, un par de meriendas entre los alimentos para satisfacer el hambre a través del día. Esta alimentación es regulada por señales internas de hambre, apetito y satisfacción.
Por otro lado, una alimentación disfuncional es aquella que demuestra un patrón irregular de horarios y alimentos. Por lo general, la persona ayuna, salta las comidas, se pasa de dieta en dieta y come por gula. Y, en algunos casos, la persona come menos de lo que su cuerpo necesita y el comer se convierte en un reto.
La mayoría de las personas se encuentra en la categoría de ‘alimentación normal’, con ciertos deslices a través de su existencia, con el fin de buscar y perseguir al ‘cuerpo perfecto’. Y es muchas veces en esta búsqueda que se come de más y se pierde la rienda de la alimentación.
La alimentación normal incluye el comer para mantenernos saludables, tener energía, sentir placer y, en ciertas ocasiones, por razones o eventos sociales. Es en esto último donde debemos practicar el arte de decir ¡no, gracias!
- Sinceridad- Si te ofrecen una comida que quieres evitar, comenta que estás tratando de mantener o perder peso y que quisieras sólo comer una parte o nada de ella, o escoger otro plato. Agrega que no deseas ofender a nadie, pero que en esos momentos te es muy importante controlar las porciones o calorías de los alimentos que ingieres.
- Puedes decir sí a un poquito- Si sientes que no puedes rechazar la tarta (pie) de limón que hace tu suegra, planea por anticipado. Es decir, consume menos de los platos anteriores al postre y asegúrate que la porción de la tarta es moderada y, de esta forma, te complaces a ti y a tu anfitrión.
- Usa tácticas del ‘más tarde’- Si simplemente dices ‘más tarde’, demorarás o evitarás el comer excesivamente en ese determinado momento. O también puedes decir, “estoy tan lleno ahora que no podría saborear tan rico plato. Dame unos minutos y luego lo pruebo”. Una vez que los bocados se hayan terminado o se haya pasado a otra comida, es muy probable que nadie se acuerde de tu rechazo.
- Llévate la comida a tu casa- Otra de las estrategias para evitar comer más de lo que quieres es elogiar la comida y pedir –de ser posible- llevártela a tu casa.