Sólo quienes sufren algún problema en la vista conocen la importancia de ver bien. Por desgracia, a veces ya es demasiado tarde. A excepción de los problemas que pueden mejorarse con cirugía, la mayoría de las enfermedades de los ojos no tienen recuperación. Sin embargo, si se las detecta a tiempo pueden detenerse; por eso son tan importantes los controles periódicos o la visita al médico cuando se percibe alguna dificultad para leer.
¿Qué es el glaucoma?
El glaucoma es un grupo de enfermedades que pueden dañar el nervio óptico del ojo y como consecuencia generar una pérdida de visión o, incluso, la ceguera. Es producida por un aumento en la presión de los fluidos dentro de los ojos.
En los Estados Unidos, 4 millones de personas sufren de glaucoma; el 75% padece de “glaucoma de ángulo abierto”, la forma más frecuente de la enfermedad.
Las personas que poseen mayor riesgo son los afroamericanos de alrededor de 40 años, los adultos de más de 60 años (especialmente los mexicano-americanos) y las personas con antecedentes de glaucoma en la historia familiar. Si se la detecta a tiempo, la enfermedad puede ser detenida, según informa el Instituto Nacional del Ojo (en inglés, National Eye Institute).
Con los ojos bien abiertos Para que el nervio óptico, que está conformado por más de un millón de fibras nerviosas, se conecte en forma normal con el cerebro, necesita estar en forma saludable. Aunque todavía no se ha comprobado científicamente que la alimentación pueda prevenir el riesgo de contraer glaucoma, hay ciertas medidas que pueden ayudar a fortalecer el nervio óptico y, de esta manera, lograr que funcione correctamente.
Una de ellas es alimentarse correctamente. Los alimentos que contienen antioxidantes son lo más recomendados para el normal funcionamiento del sistema nervioso. Entre las comidas que contienen antioxidantes, el Glaucoma Research Foundation, de San Francisco, recomienda consumir:
• Zanahorias: Poseen betacaroteno, un poderoso antioxidante, reconocido como favorecedor del sistema ocular.
• Espinacas: Contienen los dos carotenoides que están presentes en los ojos: la luteína y la zeaxantina. Algunos oftalmólogos incluso recomiendan a sus pacientes tomar suplementos con estos nutrientes para prevenir cataratas y glaucoma.
• Cítricos, frutos rojos, tomate, brócoli, repollo de Bruselas, calabaza, coliflor y melón: Tienen vitamina C.
• Aceites vegetales (en especial de germen de trigo), cereales, vegetales de hoja verde, yema de huevo, leche entera, manteca, nueces, pescado y avocado: Poseen vitamina E.
• Hígado, zanahorias, papas dulces, nabos, toronja, damascos, papaya, pimientos rojos y queso cheddar: Debido a que tienen vitamina A.
• Carne magra, huevos, soja, maní, salvado, ostras: Tienen zinc.
• Coliflor, espinaca, perejil fresco, lechuga, guisantes verdes, pimiento verde, aceitunas y pepino: Poseen luteína y zeaxantina.
A pesar de lo que la mayoría cree, el glaucoma no emite señales cuando aparece. La visión se mantiene normal y no hay dolor. A medida que va progresando la enfermedad, la persona comienza a notar que no puede ver bien los objetos que están a los costados. Por eso, es tan importante realizar un examen visual completo por un oftalmólogo, especialmente quienes conforman la población de riesgo, los diabéticos y quienes sufren de presión intraocular elevada. El resto de la población debería realizarse un chequeo cada dos o cuatro años, antes de los cuarenta; una a tres veces por año, de los 40 a los 54 años; de los 55 a los 64, cada uno o dos años; y después de los 65, cada seis o doce meses.
Fuentes: National Eye Institute y Glaucoma Research Foundation.