Betty de Aragon, una mujer de Miami de 45 años de edad, nació con Tetralogía de Fallot, un problema cardiaco que consiste en cuatro defectos serios. Betty fue “bebé azul” porque su condición no le permitía a la sangre obtener el oxígeno requerido.
A pesar de la seriedad de su condición, Betty hoy luce su vestido rojo con alegría y no ha dejado que las enfermedades cardiacas le impidan disfrutar de la vida. "Eso incluye bailar hasta el amanecer", dice.
Conoce su historia
A Betty le diagnosticaron su afección varios meses después de nacer, y tuvo suerte de que esto ocurriera. Su familia vivía en Puerto Rico y un amigo cardiólogo pediatra del Hospital Infantil de Boston, que estaba ahí de vacaciones, la revisó y determinó la naturaleza de su problema.
Los padres de Betty la llevaron a ese hospital para su primer cirugía a corazón abierto. Le hicieron un procedimiento llamado Blalock -Taussig que consiste en una derivación entre las arterias subclavia y pulmonar para que su corazón aumentara el flujo sanguíneo hacia los pulmones; Betty apenas tenía 18 meses de edad. A los 5 años, regresó para corregir aún más su función cardiaca.
Betty vio a un cardiólogo de manera regular hasta los 20 años, cuando creyó que su condición estaba “arreglada”. Una década después, para convencer a su esposo de que se controlara la presión sanguínea alta, ella misma se ofreció a ver a un cardiólogo. Ahí supo que todavía debía monitorear su corazón.
Tres cirugías a corazón abierto
Al estar embarazada de su primer bebé, recibió consejos médicos opuestos por parte de sus doctores; su obstetra jamás había tenido un paciente con un defecto cardiaco congénito y su cardiólogo jamás había tenido una paciente embarazada.
Su embarazo y el nacimiento de su primera hija, por medio de una cesárea programada, salieron bien; sin embargo, después del parto ambos doctores la dejaron ir como paciente.
Betty entonces buscó doctores con más experiencia en su condición. Cuando estaba embarazada de su segundo bebé, un examen cardiaco reveló que la válvula pulmonar se estaba desgastando y eventualmente tendría que ser reemplazada.
“El doctor me preguntó si me sentía mareada cuando me paraba y le dije: ¿no le pasa a todos?”, recuerda Betty.
Dos años después, en 2007, a Betty le reemplazaron la válvula durante su tercera cirugía a corazón abierto. Se ha mantenido sana desde entonces.
“Después de mi cirugía, podía cargar a mis dos hijos y no quedarme sin aliento” comentó.
Betty sabe que probablemente necesitará un nuevo reemplazo en algún momento; visita al cardiólogo dos veces al año y lleva un estilo de vida saludable.
¿Cómo es su dieta?
Desde que era niña, su familia restringía la cantidad de sal de su dieta, modificando las recetas de sus platillos de Puerto Rico favoritos. La actividad física y la moderación en esfuerzos físicos son también prácticas de toda la vida.
“Nací con esto, así que para mi es normal. Debo escuchar a mi cuerpo, pero he hecho todo lo que he querido, incluyendo esquiar y bailar hasta el amanecer”, dijo.
Betty motiva a las personas a ajustarse para tener un corazón sano, así como lo harían si tuvieran mala visión, pero también a no dejar que la condición las limite.
“Tal vez no pueda correr un maratón, pero puedo salir y jugar con mis hijos”.
La condición de Betty le ha dado valor en tiempos difíciles. “Pienso: Wow, he sobrevivido tres cirugías a corazón abierto; soy más fuerte de lo que pensé”.
Betty siempre ha sentido una fuerte conexión con la American Heart Association y su campaña Go Red For Women, la cual tiene como propósito concientizar sobre las enfermedades cardiovasculares en las mujeres.
“Me apasiona mucho. Si no fuera por la investigación que realiza la AHA, tal vez no hubiera podido sobrevivir”.