De acuerdo con los hallazgos publicados en ACS Journal of Agricultural and Food Chemistry, el xanthohumol, un polifenol presente en el lúpulo (ingrediente esencial de la cerveza), tendría un efecto protector contra el daño oxidativo sobre las células neuronales que podría contribuir al desarrollo de enfermedades que se originan en el cerebro.
En el ser humano, el estrés oxidativo (reacciones químicas que puedan dañar las proteínas, el ADN y los lípidos dentro de las células) está vinculado en muchas enfermedades, como la aterosclerosis, la enfermedad de Parkinson, encefalopatía miálgica, sensibilidad química múltiple, periodontitis, varicocele y la enfermedad de Alzheimer.
En las pruebas de laboratorio en un modelo animal, en las que se examinó la función neuroprotectora contra el daño celular neuronal inducido por estrés oxidativo, los investigadores encontraron que el compuesto protegía a las células neuronales y ayudaba a retrasar el desarrollo de trastornos cerebrales, lo que lo haría un potencial candidato para la prevención de trastornos neurodegenerativos.
La cerveza es una de las bebidas alcohólica más antiguas desarrollada por los pueblos de los imperios mesopotámicos y egipcios, resultado de fermentar los cereales germinados en agua, en presencia de levadura. Aunque existen cervezas de trigo, mijo y arroz, la más habitual es la obtenida a partir de la fermentación de cebada.
El temible Alzheimer
La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia entre las personas mayores y la que produce la mayor tasa de discapacidad en el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé que su incidencia se triplique en los próximos años debido al aumento de la esperanza de vida. Por este motivo, cualquier avance en la investigación sobre la prevención o el tratamiento del Alzheimer, genera muchas expectativas.
Suele comenzar después de los 60 años y el riesgo aumenta a medida que la persona envejece. Inicia lentamente, primero afecta las partes del cerebro que controlan el pensamiento, la memoria y el lenguaje. Las personas con Alzheimer pueden tener dificultades para recordar cosas que ocurrieron recientemente o los nombres de personas que conocen. Con el tiempo los síntomas empeoran. Las personas pueden no reconocer a sus familiares o tener dificultades para hablar, leer o escribir. Pueden olvidar cómo cepillarse los dientes o peinarse el cabello. Más adelante, pueden volverse ansiosos o agresivos o deambular lejos de su casa. Finalmente, necesitan cuidados totales.
Un informe del Alzheimer’s Disease International señala que demencia afecta actualmente a 44 millones de personas en todo el mundo y la cifra podría aumentar a los 135 millones en el año 2050. Según la Asociación del Alzheimer (Alzheimer's Association), Estados Unidos gastó 200 mil millones de dólares en el tratamiento del Alzheimer y otras formas de demencia en 2012. Si no se logran avances, esa cifra superará el billón de dólares en el año 2050.
Cuidar a una persona que padece la enfermedad de Alzheimer puede ser una tarea difícil y algunas veces puede volverse agobiante, estresante y abrumador. Cada día trae nuevos desafíos porque la persona encargada de proporcionar los cuidados tiene que enfrentarse a los cambios en el nivel de capacidad y a los nuevos patrones de conducta de la persona que tiene Alzheimer.
Las investigaciones han demostrado que las personas que proporcionan cuidados frecuentemente tienen ellas mismas mayor riesgo de desarrollar depresión y otras enfermedades, sobre todo si no reciben apoyo adecuado de la familia, los amigos y la comunidad.
Si hay momentos del día en los que la persona está menos confundida o coopera más, aprovéchelos en la rutina diaria. Piense en la posibilidad de aprovechar los centros de atención diurna para adultos o servicios paliativos. Eso permite hacer una pausa con la tranquilidad de saber que el paciente está siendo bien atendido.
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