Este contenido ha sido archivado y puede no estar actualizado

10 situaciones que desencadenan la "alimentación emocional"

Reír, llorar, sufrir, temer, comer

Cada día, todos nos enfrentamos con situaciones que nos hacen sentir enojo, miedo, ansiedad, preocupación, tristeza, ira. Algunos tienen la capacidad de lidiar con esas situaciones y hablar, llorar o tomar una resolución. Pero también están quienes no pueden reaccionar y entonces, ¡comen! Y mucho. Se denomina “alimentación emocional”.
Crédito:Thinkstock

1. Comer para no decepcionar...

Esto sucede con frecuencia en las familias latinas. Si tu madre o tu abuela prepararon platillos, sientes que las decepcionarás si no los pruebas. Y no sólo eso: probablemente te insistirán para que comas en abundancia. Sin embargo, tú tienes el derecho de decir "esto está delicioso, pero estoy cuidándome de no comer de más".
Aprende a decir "no, gracias"
Crédito:Thinkstock

¿Qué es la alimentación emocional?

“Es un comportamiento de negación, para no ser lastimado. Cuando un individuo tiene problemas frente a un pensamiento o situación, utiliza la alimentación emocional como forma de evitar ese pensamiento o situación”, explica la especialista en trastornos de la alimentación Carolyn Jones del “Eating Recovery Center”, en Denver.
¿Eres víctima de la alimentación emocional?
Crédito:Thinkstock

2. Comer por miedo a no ser aceptado

También hay personas que comen para “insertarse” en ciertos círculos sociales. Si todos comen pizza, ¿cómo decir que uno quiere una ensalada? Si eres un poco tímido, te parecerá una misión imposible tolerar las miradas de todos cuando digas “yo prefiero una ensalada sencilla”.
Crédito:Thinkstock

Todos, “comedores emocionales”

Así lo explica la terapista Sofi H. Matz, de Canyon Ranch Health Miami Beach. “Es prácticamente imposible no serlo, viviendo en una sociedad dirigida hacia la comida, donde la alimentación es una parte de las celebraciones y los rituales, y un aspecto fundamental de la vida familiar y la interacción”.
¿Por qué nos atrae lo que más engorda?
Crédito:Thinkstock

3. Comer por ansiedad

Imagínate que te invitan a un lugar donde no te sientes cómodo. En especial si eres una persona ansiosa, es muy probable que necesites “hacer algo” para descargar tu ansiedad. ¡Y qué mejor que comer los bocadillos que pusieran delante de ti! Es probable que ni te des cuenta de lo que estás haciendo, comerás por impulso casi sin notarlo.

La señal de alerta

El problema de la “alimentación emocional” se refiere a consumir grandes cantidades de comida, generalmente “sencilla” o “comida chatarra”, como respuesta a ciertos sentimientos y no como respuesta al hambre, explica la especialista.
Los estadounidenses no logran bajar de peso
Crédito:Thinkstock

4. Comer por aburrimiento

Sábado a la tarde, ningún programa en la agenda. ¿Qué mejor que alquilar una película y sentarte a verla con un paquete gigante de papitas y una gaseosa o cerveza? Sin nadie que te mire y juzgue, parece la situación ideal. ¡Lástima que la balanza después dirá lo contrario! Y lo peor, tu aburrimiento no te lo sacará ni el mejor manjar de tu barrio.

¡Detente!, ¿por qué tienes ganas de comer?

Esto es lo que uno debería preguntarse antes de masticar un bocado. Según la terapista Sofi Matz, esta conducta puede controlarse: “Al entender la diferencia entre el hambre emocional y el hambre físico, e identificar qué desencadena la alimentación emocional”. También, hay técnicas que enseñan a manejar los problemas emocionales.
Crédito:Thinkstock

5. Comer "porque me lo merezco"

Después de un largo día de trabajo, es más fácil pasar por un local de comida rápida y comprar una hamburguesa que pararte en la cocina a preparar una comida saludable. Más aún si sientes que “te lo mereces”, por todo lo que te sacrificas. Sin embargo, lo que mereces es estar bien, sentirte bien, verte bien…
Crédito:Thinkstock

Emociones versus necesidad física

La diferencia es clara: cuando comemos porque tenemos hambre, uno decida qué comer y todo el tiempo está alerta sobre cuánto comer, ¡ya que uno es consciente de la cantidad de bocas que introduce en su boca! Pero cuando la necesidad es emocional, difícilmente uno pueda advertir lo que está comiendo, así como cada vez querrá más, incluso cuando ya esté satisfecho.
Crédito:Thinkstock

5. Comer por tristeza

Si nadie en el mundo te comprende, tal vez la solución sea pasar por la pastelería y comprarte una docena de tus donas preferidas para desahogar tus penas. Pero, ¿cómo harás después para desahogar tus penas por no bajar de peso o peor aún por aumentar? La tristeza se combate rodeándote de tus amigos, tus familiares, haciendo algo que realmente te guste o saliendo a la calle para ver que no eres la única persona triste en este planeta.

Antes de mirar el plato, hay que mirar para adentro

Con la ayuda de un especialista, se pueden explorar estas emociones que llevan a comer de más o elegir alimentos poco saludables. “Las emociones permanentemente te advierten sobre lo que necesitas saber. Una vez que uno toma consciencia de la comida emocional, se puede separar e identificar el sentimiento, aceptarlo y redireccionarlo hacia una actividad que no incluya la comida”, explica la experta. “El aburrimiento, el estrés, la fatiga, la tensión, la tristeza, la depresión, el enojo, la ansiedad y la soledad pueden llevar a pretender llenar ese vacío con comida”, comentó la terapista Sofi. H Matz.
Crédito:Thinkstock

6. Comer por enojo

“Me veo horrible, jamás voy a adelgazar”, es uno de los pensamientos negativos que pueden llevar a “asaltar” la heladera. También, comer de más puede ser el “castigo” por no verse como uno quisiera verse en el espejo o simplemente una falta de voluntad, explica la terapista Sofi H. Matz, del Canyon Ranch Health Miami Beach.
Crédito:Thinkstock

7. Comer porque me siento solo

Puede ser como el huevo y la gallina: “no salgo porque estoy gordo”. Pero si te recluyes, es muy probable que la situación empeore, al no moverte o hacer ejercicio. Tal como explica la Clínica Mayo, “la actividad física estimula la producción de endorfinas, unos neurotransmisores que se encuentran en el cerebro que te hacen “sentir bien”.
Crédito:Thinkstock

9. Comer porque estoy de mal humor

Al estudiar porqué muchas mujeres sienten una tentación irresistible por el chocolate cuando sufren de SPM, la Dra. Judith J. Wurtman descubrió que el chocolate “mejora el humor”. Esto se debe a que contiene azúcar y otros ingredientes. “El azúcar es un carbohidrato simple y cuando el azúcar de un carbohidrato –excepto de la fruta- es comida sin proteínas, el cuerpo responde fabricando más serotonina en el cerebro”. Aunque el sabor desaparece en instantes de la boca, la sensación de alivio de la irritación, agitación y fatiga dura por unas horas.
Crédito:Thinkstock

10. Comer porque no puedo ponerme límites

Las personas con baja autoestima lidian habitualmente con el problema de no poder ponerle límites a los demás. Como consecuencia, tampoco pueden ponerse límites en su vida personal. En otras palabras, así como a sus compañeros o familiares no les pueden decir “basta, no me molestes más”. Tampoco pueden decirse ellos mismos: “basta, no quiero comer más”.