Qué es la anemia ferropénica

La carencia de hierro, o ferropenia, es el trastorno nutricional más común y extendido a nivel mundial, según informa la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este déficit de hierro en nuestro organismo provoca la anemia que se conoce como ferropénica y afecta, fundamentalmente, la producción de glóbulos rojos.

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Casi 2.000 millones de personas, más del 30% de la población mundial, padecen anemia debido a la carencia de hierro. Se estima que en los países en desarrollo una de cada dos embarazadas y alrededor de un 40% de los niños en edad preescolar tienen anemia ferropénica.

Nuestro organismo fabrica tres tipos de células sanguíneas: glóbulos blancos para luchar contra las infecciones, plaquetas para ayudar en la coagulación y glóbulos rojos para transportar oxígeno a todo el cuerpo. Estos últimos contienen hemoglobina; una proteína rica en hierro que le otorga a la sangre su color rojo.
Los glóbulos rojos saludables se producen en la médula ósea, que necesita del hierro para producir hemoglobina. Sin la cantidad adecuada de hierro, el cuerpo no puede producir hemoglobina suficiente para los glóbulos rojos.
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¿A quiénes afecta?

Este tipo de anemia suele presentarse en personas con una alimentación deficiente en nutrientes o en mujeres embarazadas que no toman suplementos de hierro. También ocurre por pérdida de sangre, como sangrado menstrual importante, úlceras o cáncer.
Las principales complicaciones asociadas con la anemia por falta de hierro son: desenlaces poco satisfactorios del embarazo, problemas de desarrollo físico y cognitivo, mayor riesgo de morbilidad en los niños y reducción de la productividad laboral en los adultos. La anemia es responsable de un 20% del total de muertes maternas.

Cuáles son sus síntomas

Sentirse malhumorado, débil o cansado con más frecuencia de lo normal, tener dolores de cabeza o problemas para concentrarse o pensar, pueden ser los primeros síntomas que indiquen la falta de hierro en el organismo. A medida que la anemia empeora, se observa un color azulado en la esclerótica de los ojos, uñas quebradizas, mareos, color pálido de la piel, dificultad respiratoria y pérdida de peso.

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Para diagnosticar la anemia ferropéncia, un profesional de la salud puede ordenar una serie de estudios de laboratorio, que se realizan con una extracción de sangre, como hematocrito y hemoglobina, que son mediciones de glóbulos rojos.

Cómo se trata

Tomar suplementos y comer alimentos ricos en hierro son partes importantes para el tratamiento de la anemia ferropénica. Las mujeres embarazadas y lactantes necesitarán tomar hierro adicional debido a que su alimentación normal por lo general no suministra la cantidad necesaria.

Los suplementos de hierro, casi siempre sulfato ferroso, son necesarios para acumular reservas de este elemento en el cuerpo. Los pacientes que no pueden tolerar el hierro por vía oral pueden recibirlo también por vía intravenosa o por medio de una inyección intramuscular. Sin embargo, la ingesta de estos productos solo debe darse bajo recomendación y supervisión de un profesional de la salud.

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Prevención

La anemia ferropénica puede evitarse mediante una dieta que incluya alimentos ricos en hierro, como carnes de res, cerdo o pollo, e hígado (una de las fuentes con mayor concentración). También son de ayuda los frijoles, lentejas, cereales fortificados con hierro, vegetales de hojas verdes oscuras, pescados y frutas secas.

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Si la anemia se trata a tiempo es posible restablecer la salud de las personas y el desenlace clínico probablemente sea bueno. Normalmente, los conteos sanguíneos deben normalizarse después de dos meses de terapia con hierro. Sin embargo, se aconseja seguir tomando hierro por otros 6 a 12 meses para reponer las reservas corporales de este mineral en la médula ósea.

Fuentes consultadas:

Biblioteca Nacional de Medicina de los EE. UU., Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), Clínica Mayo, Organización Mundial de la Salud (OMS).