La enfermedad provocada por el virus de la varicela zóster (VZV, por sus siglas en inglés), el mismo que causa la varicela, es más común de lo que crees. Conoce los síntomas, las complicaciones que provoca y cómo se trata esta molesta condición que pone a la piel y los nervios en estado de alerta, dañando el sistema inmune de un modo peligroso.
Más frecuente después de los 60 años
Alrededor de 1 de cada 3 personas presentará culebrilla (herpes zóster o shingles) en algún momento de su vida, según estadísticas de los Estados Unidos. Hay casi un millón de casos anuales, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). Cualquier persona que haya tenido varicela corre peligro de contraerla, pero la mitad de los casos ocurren en personas mayores de 60 años.
Cuando alguien enferma de varicela, algunas partículas virales se trasladan de las ampollas en la piel hacia el sistema nervioso. Ahí se instalan y quedan latentes dentro de las neuronas, que transmiten la información al cerebro. En un momento los virus se activan, se multiplican y surge la erupción del herpes-zoster o culebrilla.
La primera señal suele ser un dolor como de quemadura u hormigueo y a veces entumecimiento sobre o debajo de la piel. La persona se siente enferma, con fiebre, escalofríos, dolor de cabeza o malestar al estómago. Después de algunos días, aparece sobre la piel una erupción de ampollas llenas de líquido.
¿Necesita tratamiento?
El ataque de culebrilla puede durar por más tiempo que el de la varicela y el enfermo puede necesitar medicamentos contra el dolor, pero en la mayoría de los casos el cuerpo tiene suficientes recursos propios para combatir la enfermedad. Las lesiones sanan, el dolor disminuye en un plazo de 3 a 5 semanas y en la mayoría de los pacientes, las ampollas no dejan cicatriz.
¿Qué drogas se indican?
Los síntomas y la duración pueden reducirse aplicando drogas antivirales recetadas, como aciclovir, valaciclovir y famciclovir. Es muy importante que no se pierda ni una sola dosis ni se deje de tomar antes del tiempo indicado.
Remedios caseros
Se pueden utilizar compresas húmedas y frías para reducir el dolor. Los baños calmantes y lociones, como los de avena coloidal, la fécula, talco de menta o la loción de calamina, pueden ayudar a aliviar la picazón y la molestia. También existen cremas naturales de caléndula, Aloe Vera y otros preparados refrescantes indicados para disminuir los síntomas.
¿Cuáles son las complicaciones?
Las personas con culebrilla óptica (en que el virus ha invadido el nervio oftálmico) pueden sufrir inflamaciones dolorosas del ojo que pueden dejarlas ciegas por un tiempo o dañarles permanentemente la visión. Si la culebrilla aparece en la cara y afecta el nervio auditivo, también puede producir complicación en la audición y llevar a una parálisis temporal de la cara.
¿Es contagiosa?
Una persona con culebrilla puede transmitir el virus a personas que no han tenido nunca varicela, pero éstas desarrollarán varicela y no culebrilla. Una persona con varicela no puede infectar a otra con culebrilla. Para desarrollar la culebrilla, la persona ya debe tener el virus dentro de su sistema nervioso. Y una persona con culebrilla no puede contagiar a otra esta enfermedad. Fuente: NIH.
¿Puede prevenirse?
La vacuna de la varicela -actualmente recomendada en EE.UU. para todos los niños entre los 18 meses y la adolescencia- puede proteger a los niños contra la varicela. Y las personas que han sido vacunadas tienen menor probabilidad de sufrir de culebrilla porque al estar “atenuado” el virus de la varicela, sobrevive menos en el cuerpo.
Vacuna reduce riesgos
Hay una vacuna aprobada para el virus, Zostavax, para personas mayores de 60 años. Reduce a la mitad el número esperado de casos en mayores, y quienes contraen la culebrilla a pesar de haber sido inmunizados, la tienen de forma menos intensa y sin complicaciones. Está contraindicada en personas que alguna vez haya tenido una reacción alérgica severa a la gelatina, la neomicina o cualquier otro componente de la vacuna. Consulta con tu médico.
Desafíos médicos que presenta
El primero es el desarrollo de medicamentos para combatir la culebrilla y prevenir complicaciones. El segundo reto es llegar a comprenderla lo suficiente como para prevenirla, y sobre todo, entender cómo este virus permanece latente tanto tiempo en el cuerpo y qué lo induce a reactivarse. Los NIH están financiando estudios para hallar respuestas.