En la mente de un paciente con fobia social puede imaginar que cada vez que se expone a una situación social, en la que tiene que relacionarse con personas con las que no está familiarizado, se pone nervioso y teme que se den cuenta de su ansiedad, lo que puede ser vergonzoso.
En esos momentos sus manos y axilas están sudorosas, sus músculos se tensan, tiemblan las manos, siente que las palabras no salen, el corazón va rápido y fuerte y su atención se enfoca en estos síntomas.
Por su mente sólo pasa: “Lo estoy haciendo terrible”, “deben pensar que estoy nervioso”, “qué torpe soy”. Acto seguido tiende a irse del lugar.
¿Qué es la fobia?
La fobia es el miedo irracional que se presenta cuando estamos expuestos a un objeto o una circunstancia específica. Esta ansiedad genera tanto malestar, que la persona que lo padece recurre al mejor mecanismo de defensa que conoce para dejar de sufrir, la huida o evasión.
De esta manera de actuar sólo queda un aprendizaje, cuando la persona con fobia social se siente muy ansiosa por lo general escapa, lo que es una solución que perpetúa el problema.
La fobia social aísla
De la gran cantidad de objetos o circunstancias que pueden generar fobias, una en particular es muy incapacitante, la fobia social.
El impacto de una fobia en la vidas depende del nivel de sufrimiento y de las consecuencias que se tienen cuando se evade el objeto temido.
Una cosa es tener una fobia o miedo a algún animal, y otra muy distinta es tener temor a socializar. Las consecuencias a mediano y largo plazo de la fobia social son importantes: la ansiedad y la pérdida de oportunidades, la reducción de momentos para el disfrute y el aislamiento en el que cae el afectado pueden complicar la vida de la persona.
En muchas ocasiones los pacientes se deprimen, consumen bebidas alcohólicas o usan drogas con la esperanza de aliviar los síntomas de ansiedad.
Se estima que la prevalencia del desorden de ansiedad social o fobia social es del 7% en los Estados Unidos de América, es decir 7 de cada 100 personas pueden padecer este trastorno.
Los primeros síntomas pueden aparecer en la adolescencia, y es más frecuente en mujeres que en hombres.
Una cantidad importante de personas que sufren de esta condición lamentablemente no acuden al especialista, a pesar de ser un trastorno que tiene tratamiento. Si crees que este es tu caso o el de un familiar o amigo es conveniente pedir ayuda especializada.