La depresión es un trastorno del ánimo, en el que determinadas habilidades de la mente como por ejemplo: la atención, la concentración y la memoria pueden funcionar de una manera deficitaria.
En la depresión también se presentan problemas con el ciclo circadiano; como consecuencia se puede presentar insomnio o contrariamente dormir mucho.
Adicionalmente, el nivel de energía disminuye y las personas se sienten cansadas o fatigadas, los movimientos son más lentos, al igual que los pensamientos.
Otro problema que podemos ver en los pacientes deprimidos, es que el deseo sexual está disminuido, al igual que el interés por las actividades y las cosas que son placenteras.
Hay otro grupo de síntomas que se relacionan con el contenido de las ideas. Ejemplo de esto son las ideas de minusvalía, que hacen que la persona tenga una baja autoestima. Es frecuente que se diga a sí misma: “no sirvo para nada”, “no puedo con las cosas”, “no soy inteligente”, o “soy un desastre”, por ejemplo.
Otro tipo de ideas, son las de culpa, en las que el paciente suele decirse de manera repetida afirmaciones como estas: “todo lo malo que pasa es por mi culpa”, “todo lo hago mal”, “solo hago sufrir a mis seres queridos”, “lo único que hago es hacer daño”, ”soy un estorbo, no ayudo”, o “soy una carga”.
Cuando una persona está deprimida, hay que prestar atención a un grupo de ideas que son un signo de alarma: las ideas de desesperanza. Cuando la persona está desesperanzada, no ve salida a los problemas, algunos de ellos no pueden imaginar como estarán en el futuro.
Si le preguntas cómo se ve en 1 o 5 años, les cuesta visualizarlo o no lo logran. Su atención está enfocada en el pasado, en los problemas, en los escenarios negativos. Expresiones o pensamientos como: “no hay futuro”, “todo siempre irá mal”, “para qué esforzarse si nunca lograré mejorar” son ejemplos de ello.
Es importante identificar esta situación y determinar la solidez con las que los personas defienden las ideas de desesperanza. Cuando resulta difícil modificar este tipo de pensamientos, hay que estar alerta, porque es relativamente frecuente que las ideas de desesperanza evolucionen a las ideas suicidas.
Si conversas o acompañas a una persona con depresión, escúchalo con cuidado, nunca ignores los comentarios de contenido suicida y en caso de manifestar este tipo de ideas, no prometa mantenerlas en secreto, comunícalo a algún familiar, al médico o al terapeuta tratante.