Erik, de 33 años, encontró a su esposa Marlise inconsciente en el suelo de la cocina el 26 de noviembre de 2013.
Ella habría sufrido una embolia cerebral y en ese momento, tenía 14 semanas de embarazo. Era un bebé demasiado prematuro para intentar una cesárea.
Puntos clave
- Hombre de Texas ruega que desconecten el respirador de su esposa
- Ella lleva un embarazo de 18 semanas
- El estado otorga derechos al feto que prohíben esa acción
Desde entonces, Marlise permanece en estado de coma y conectada a un respirador en terapia intensiva. El bebé podría haber sufrido daños irreparables por la privación de oxígeno, y aunque todavía su corazón late a un ritmo normal, no se sabe cuál será su condición al nacer.
A pesar de que Erick quiere que desconecten a su esposa del respirador, la ley de Texas no lo permite porque prohíbe toda acción que pudiera poner fin a la vida y afectar al feto.
El estado de Texas otorga derechos explícitos al feto por encima de los deseos de la madre, y aunque Marlise hubiera firmado su petición de no ser conectada a una máquina, ese deseo no tendría validez al comprobarse el embarazo.
Erick es paramédico y trabajaba junto a su esposa. Asegura que han visto demasiadas cosas relacionadas con la vida y la muerte, y además de no estar de acuerdo con la ley, dice que tanto él como Marlise acordaron que nunca dejarían que se los mantenga con vida gracias a una máquina.
El feto lleva 18 semanas de gestación y todavía no puede nacer por cesárea. Recién a las 24 a 28 semanas los médicos determinarán si es posible provocar el nacimiento.
Pero la vida de ese bebé, que ya pueden haber sufrido daños irreparables, pende ahora de un hilo y Muñoz dice que los médicos deben cumplir con sus deseos de poner fin a la vida de su esposa y de su hijo por nacer.