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¿Lo quiere con ftalatos? La comida rápida contiene compuestos industriales, según un informe

MIÉRCOLES, 27 de octubre de 2021 (HealthDay News) -- ¿Le gusta su hamburguesa bien cocida, con un acompañamiento de plástico?

Probablemente no. Pero un estudio reciente sugiere que con frecuencia la comida rápida contiene una generosa porción de compuestos que se utilizan para ablandar el plástico, lo que podría potencialmente conducir a la alteración hormonal, la infertilidad y las discapacidades de aprendizaje.

¿Lo quiere con ftalatos? La comida rápida contiene compuestos industriales, según un informe

El problema son los ftalatos, y otros supuestos "plastificantes de reemplazo". Los fabricantes utilizan estos compuestos para ayudar a ablandar los plásticos que se encuentran en productos que se usan de forma rutinaria cuando se manejan los alimentos. Entre ellos se encuentran los guantes, las cintas transportadoras, los recipientes, las envolturas y los tubos.

El problema es que los ftalatos y sus primos plastificantes no parecen quedarse en su lugar, sino que migran con facilidad a los alimentos con los que entran en contacto. Los investigadores del estudio advierten que entre un 70 y un 86 por ciento de las comidas rápidas que evaluaron contenían algún tipo de ftalato o plastificante.

"Creemos que nuestros hallazgos sugieren que los ftalatos y los plastificantes de reemplazo son comunes en las comidas rápidas", advirtió la autora del estudio, Lariah Edwards, científica postdoctoral del Departamento de Salud Ambiental y Ocupacional de la Facultad de Salud Pública del Instituto Milken de la Universidad de Washington, en Washington, D.C.

El hallazgo no sorprendió de forma particular a Edwards, dado que los artículos vendidos en las cadenas de comida rápida "pasan por un procesamiento, un empaquetado y un manejo intensos".

Aun así, es una preocupación significativa, enfatizó, "dado que la comida rápida es una parte tan grande de la dieta estadounidense", y ya que "se sabe que los ftalatos alteran a las hormonas en los humanos, y se vinculan con una larga lista de problemas de la salud, por ejemplo efectos reproductivos y en el neurodesarrollo de los niños".

Para obtener una perspectiva sobre el tema, Edwards y sus colaboradores primero compraron 64 muestras de alimentos de una variedad de cadenas de comida rápida localizadas en una ciudad estadounidense. También obtuvieron tres pares de guantes de manipulación de alimentos sin utilizar.

Entonces, se evaluó la presencia de 11 tipos distintos de ftalatos y plastificantes tanto en la comida como en los guantes.

Se encontraron 10 de los 11 compuestos en los alimentos evaluados.

Se encontró que más de un 80 por ciento de las muestras de comida contenían un ftalato conocido como DnBP, mientras que un 86 por ciento contenían un plastificante llamado DEHT, que se encuentra con frecuencia en los guantes para manipular alimentos. Más o menos un 70 por ciento contenían un ftalato llamado DEHP.

Las hamburguesas con queso, los burritos de pollo y otros productos de carne tenían el contenido más alto de ftalatos/plastificantes, y en los burritos se detectaron unos niveles de DEHT mucho más altos que en las hamburguesas.

Un hallazgo positivo es que las pizzas de queso estaban entre los alimentos menos contaminados, mientras que se encontró que las papas fritas estaban libres de DEHT.

Como no todos los compuestos se han estudiado de forma exhaustiva, el daño preciso que podrían plantear para la salud humana no está claro del todo, reconoció el equipo.

Pero Edwards advirtió que hasta que los investigadores comprendan mejor el riesgo implicado, los consumidores deben saber que "esto no solo se trata de los alimentos procesados" de las cadenas de comida rápida: cualquier alimento que se maneje en cualquier ámbito de restaurante se puede exponer a compuestos de este tipo, anotó.

Teniendo esto en cuenta, Edwards dijo que se necesita una mejor supervisión, y añadió que espera que "nuestro trabajo pueda ser aprovechado por los legisladores para ayudar a crear unas normas más fuertes para evitar que los ftalatos y los plastificantes de reemplazo lleguen a nuestra comida".

Mientras tanto, una medida que las personas pueden tomar para limitar el riesgo es "comer en un lugar inferior en la cadena alimenticia". Básicamente, esto significa limitar el consumo de carne, señaló Edwards.

"Pero reconocemos que esta estrategia para reducir la exposición no siempre está disponible para todo el mundo", añadió. Ella y sus colaboradores apuntan a su propia investigación anterior, que sugiere que cocinar en casa es una opción más segura, dado que las personas tienden a no utilizar los problemáticos guantes y envases de plástico, y artículos parecidos, cuando preparan comida en sus propias cocinas.

Lona Sandon, directora de programa y profesora del departamento de nutrición clínica del Centro Médico del Suroeste de la Universidad de Texas, en Dallas, se hizo eco de esta estrategia.

"Muchas cadenas de comida rápida utilizan carnes, pollo y pescado u otros alimentos que se preforman, se cocinan de manera parcial, entonces se congelan, se empacan en plástico, y se envían al restaurante para que se acaben de preparar en el momento en que se realice el pedido", anotó Sandon. "Esto da bastante tiempo para que esta comida esté ahí, envuelta en plástico".

E incluso unas opciones alimenticias relativamente más saludables no son inmunes a la exposición al plástico, añadió, y anotó que "sean o no orgánicos, persiste el riesgo de que los alimentos guardados en plástico tengan estos compuestos".

Sandon aseguró que la solución es "comer menos comida rápida y menos comida empacada en plástico en general. Prepare más comida fresca en casa usando carnes, pollo, pescado y productos frescos".

Edwards y sus colaboradores publicaron sus hallazgos en la edición del 27 de octubre de la revista Journal of Exposure Science and Environmental Epidemiology.

Más información

Aprenda más sobre los ftalatos en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU.

Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com

FUENTES: Lariah Edwards, PhD, postdoctoral scientist, Department of Environmental and Occupational Health, George Washington University Milken Institute School of Public Health, Washington, D.C.; Lona Sandon, PhD, RDN, LD, program director and associate professor, Department of Clinical Nutrition, School of Health Professions, UT Southwestern Medical Center, Dallas; Journal of Exposure Science and Environmental Epidemiology, Oct. 27, 2021

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