Si viajas por negocio o placer, no es necesario también tomarse unas vacaciones de las estrategias inteligentes de alimentación que sigues en casa.
Comienza con buen pie en el aeropuerto: lleva una pequeña bolsa de su propio surtido con distintos tipos de frutos secos y frutas deshidratadas. Compra una ensalada o un sándwich para comerlo en el avión, para que no te tienten los dulces que se venden en el vuelo. Tanto de camino como en destino, manténte hidratado para sentirte más lleno, prevenir la comida excesiva y combatir la fatiga. Beber demasiado alcohol hace justo lo contrario.
Para un viaje por carretera, lleva una neverita con sándwiches ricos en proteínas, verduras cortadas, yogurt sin grasa, chips integrales y frutas. Así no tendrás que atiborrarse de las opciones ricas en grasa, sal y azúcar típicas de las tiendas de las paradas.
Cuando llegues a destino, compra esas mismas opciones inteligentes en el mercado local para llenar la neverita de tu habitación y contar con desayunos y refrigerios para la tarde rápidos y saludables.
En los restaurantes, busca las opciones más saludables en el menú, y no tengas miedo de hacer peticiones especiales, como que te cocinen la proteína a la plancha o pedirle al chef que no incluya la salsa grasosa. Cuando quiera probar un plato nuevo sin alterarlo, limita el tamaño de la porción para evitar exagerar.
Haz ejercicio para compensar esas calorías inevitables. Si viajas por placer, baja del autobús del tour y camina para disfrutar de las vistas, o si tu hotel cuenta con un gimnasio, planifica una sesión diaria de 20 minutos. Si viajas por negocios, incluye una caminata antes de la primera reunión del día.
Por supuesto que cuando estás de aventura quieres relajar las normas cotidianas, pero no te descuides del todo o el recuerdo que se llevará a casa será el peso adicional.
Más información
La Academia de Nutrición y Dietética (Academy of Nutrition and Dietetics) ofrece consejos sobre cómo evitar los peligros de la comida rápida en cada etapa del viaje.
