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Comer despacio ayuda a controlar el apetito

Según los resultados de la investigación publicada en Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics, la velocidad a la que comemos determina como el cuerpo controla el consumo de energía. Según sus conclusiones, comer más despacio, masticar lentamente y hacer pausas entre bocado y bocado, ayuda a disminuir la sensación de hambre y estimula la ingesta de más agua, lo cual es muy importante para la saciedad temprana y no consumir alimentos en exceso.

Para llegar a dicha conclusión los investigadores encabezados por la Dra. Meena Shah, profesora en el Departamento de Kinesiología de la Universidad reclutaron un grupo de individuos con un peso normal y otro grupo con sobrepeso u obesidad. Todos ellos fueron estudiados durante la hora de la comida en la que se les sirvió el mismo tipo de alimentos aunque podían consumir la cantidad que quisieran.

Comer despacio ayuda a controlar el apetito
| Foto: SHUTTERSTOCK

Puntos clave

  • Velocidad a la que se come afecta la saciedad e influye en la ingesta de calorías.
  • Se recomienda tomar bocados pequeños, masticar lentamente y hacer pausas.
  • Participantes que comieron lentamente ingirieron menos calorías y más agua.

Una de las comidas la tenían que hacer despacio, imaginando que no habían restricciones de tiempo, tomando pequeños bocados, masticando un número adecuado de veces, dejando la cuchara en el plato entre bocados y haciendo una pausa. En la otra comida se les dio un tiempo limitado por lo que tenían que comer a una velocidad muy superior, tomando grandes bocados, masticando deprisa y sin hacer pausas ni dejar el cubierto en ningún momento.

Al concluir el estudio, los autores encontraron que los participantes de peso normal disminuyeron el consumo de calorías durante la comida lenta en comparación con la rápida, en total consumieron 88 kcal menos. Entre las personas con sobrepeso u obesidad, sólo redujeron 58 kcal. Ambos grupos reportaron que la sensación de saciedad les duró más tiempo después de la comida lenta que de la rápida.

Otro dato interesante es que ambos grupos tomaron más agua durante la comida lenta que en la rápida (hasta un 27% más en las personas de peso normal y un 33% más en los que tenían sobrepeso u obesidad).

La sensación de saciedad

La Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos refiere que la saciedad es la sensación de estar lleno después de comer y es el resultado de un balance de señales neurológicas y neuronales que van desde el cerebro al estómago que envían señales para dejar de comer. Dicho proceso una vez que se comenzó a comer tarda entre 20 y 25 minutos. Si se come rápido, no se da tiempo a que llegue esa señal y se corre el riesgo de comer en exceso, que a su vez provocaría un paulatino aumento de peso.

Al comer despacio nuestro cerebro recibe antes la señal de saciedad. Beber agua con frecuencia ayuda a eliminar la sensación de hambre ya que muchas veces el cuerpo cuando está deshidratado manda una señal de apetito.

Además, al comer más despacio se tiende a masticar más la comida, por lo que llega al estomago en trozos más pequeños y esto supone mucho menos esfuerzo para la digestión.

Panorama de la obesidad

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que la obesidad ha alcanzado proporciones epidémicas a nivel mundial, según sus cálculos hay 1,000 millones de adultos con sobrepeso y más de 300 millones son obesos. Cada año mueren 2.6 millones de personas a causa de la obesidad o sobrepeso.

En Estados Unidos, la Asociación Americana de Médicos (AMA, por sus siglas en inglés) reveló que más de 78 millones de adultos y más de 12 millones de niños padecen obesidad. Se considera obesa a una persona cuyo índice de masa corporal (IMC) es de al menos 30. Las investigaciones han demostrado que tiene un costo alto: quienes tienen obesidad, gastan en promedio 1,400 dólares más en cuidados médicos cada año, en comparación con con las que tienen un IMC por debajo de 25.

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