Franck Ribéry, mediocampista estrella del Bayern Munich, fue elegido como el mejor jugador de la Unión de Asociaciones de Fútbol Europeas (UEFA). La consagración le llegó el 29 de agosto por su eficaz participación, tanto convirtiendo como asistiendo en la concreción de goles. El premio le llegó tras ganar la final de la copa contra el Borussia Dortmund, donde asistió a su compañero Arjen Robben en la conversión del gol que puso al equipo 2 a 1 en el minuto 88.
Ribéry nació en Boulogne-sur-mer, Francia, el 7 de abril de 1983. A los 2 años sufrió un accidente automovilístico mientras viajaba con sus padres, donde salió despedido a través del parabrisas. Como resultado le quedó una cicatriz en la mejilla que le valió el apodo de “Scarface”, en alusión a la película de Al Pacino, estrenada casualmente el año del nacimiento del futbolista.
Sobre esta marca en su rostro, Ribéry declaró: “de pequeño, se burlaban de mí y me escondía a llorar en un rincón. Pero eso me ha endurecido y me ha ayudado en la vida. Jamás me haré la cirugía estética porque dejaría de ser yo".
Pese a sus dichos, el accidente parece haber marcado su vida y su carácter; se crió en la calle y fue un joven problemático, con pésimas notas en el colegio, del que se escapaba para jugar a la pelota. Finalmente fue expulsado del internado donde estudiaba y se puso a trabajar como albañil junto a su padre.
Cuando dejó los libros se puso los botines para siempre, ya que a los 13 años despertó su notable talento futbolístico e ingresó en el club Lille Métropole. Así comenzó su carrera, jugó en Francia y después pasó a un equipo de Turquía donde fue fichado por el Bayern, con el que firmó un jugoso contrato.
Una de las mejores “jugadas” de su vida fue en 2002 cuando conoció a Wahiba Belhami, quien es actualmente su esposa y madre de sus 3 hijos. La mujer francesa de origen magrebí lo instó a convertirse al islamismo y cambió su nombre por el de Bilal Yusuf Mohammed. También lo ayudó a encausarse, abandonar la vida tumultuosa y concentrarse en cumplir su sueño de ser un futbolista de élite.