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Alimentarse y nutrirse

Aunque a veces pareciera que la boca se nos abre casi sola para ingerir alimentos y que comer es un acto eminentemente social, el cuerpo humano, y su nutrición, se compone de una combinación de actos voluntarios y de leyes químicas.

La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición define con precisión este proceso: “la alimentación es un proceso voluntario a través del cual las personas se proporcionan sustancias aptas para el consumo, las modifica partiéndolas, cocinándolas, introduciéndolas en la boca, masticándolas y deglutiéndolas. Es a partir de este momento que acaba la alimentación y comienza la nutrición, que es un proceso inconciente e involuntario en el que se recibe, transforma y utiliza las sustancias nutritivas (sustancias químicas más simples) que contienen los alimentos”.

Alimentarse y nutrirse

Por eso, cuando nos paramos ante el desafío de cambiar hábitos de vida estamos actuando en la primera parte de ese proceso, el voluntario, el de la alimentación.

Cada etapa de la vida requiere de una alimentación específica para alcanzar, y mantener, una vida saludable.

Durante el primer año y medio de vida, como cuenta el libro “Tu bebé, sus primeros dieciocho meses” (Guías prácticas Planeta), de Anne Yelland, quien fue editora de la revista “Pregnancy”, la clave es incorporar todo lo nuevo. “Pollo desmenuzado, cereales con leche o caldo, fideos de distintas formas con salsas de tomate tamizados, yogur neutro… carne de hígado desmenuzado, arroz, pescado sin espinas hecho papilla”. Es entonces cuando se sientan las bases de una alimentación apostando a la variedad.

El calcio para consolidar la formación de los huesos, el hierro para fortalecer el sistema inmune y otros minerales y vitaminas se ofrecen al niño en forma de leche, jugos y alimentos “formativos”, es decir, aquellos que garantizarán un buen desarrollo y una buena salud en las décadas que siguen.

En la vida adulta muchas veces es cuando llega el caos por el trabajo, las tareas en el hogar, la vida social. En esta etapa de la nutrición, hay que alimentarse con mayor conciencia. Y la variedad sigue siendo la palabra clave. Pero también la prevención de aquellos males silenciosos como la hipertensión o los trastornos arteriales que pueden derivar en futuros accidentes vasculares. Frutas y verduras, siempre tienen un “si”, las grasas en todas sus formas, un “no”.

El Instituto Nacional del envejecimiento de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) ofrece una mirada interesante sobre la alimentación de los adultos mayores, que en algunos países se denomina tercera edad. “Las personas mayores necesitan una dieta saludable. Esto puede ayudarlos a prevenir enfermedades. Una dieta saludable incluye una alimentación variada, pero los alimentos crudos son peligrosos porque pueden contener muchos gérmenes”, explica esta entidad.

¿Por qué? Pues porque el organismo de una persona mayor es más débil frente al ataque de agentes como los gérmenes. El instituto agrega que si la persona padece de diabetes, enfermedad renal o está siendo tratado por algún tipo de cáncer, el riesgo es aún mayor.

Por eso, les recomiendan evitar los pescados, mariscos o carnes crudas, leches o quesos no pasteurizados, queso feta o estilo mexicano, brotes sin cocinar y verduras y frutas sin tratamiento.

Como indica la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, estos actos voluntarios a lo largo de vida garantizarán que la nutrición, esa parte química, interna e involuntaria, funcione bien, y se logre así un mayor bienestar. Porque “una buena nutrición es consecuencia de una alimentación saludable”.

 

Fuentes:Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición; Nacional Institutes of Health (NIH), Tu bebé, sus primeros dieciocho meses(Guías prácticas Editorial Planeta)

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