La prueba piloto realizada en la Universidad de Washington, preliminar y pequeña, pero prometedora, incluyó a 104 personas, a las que se dividió en tres grupos.
El primer grupo inhaló 20 unidades de insulina en aerosol diarias; el segundo 40 unidades de aerosol de insulina diarias, administradas en dos veces; y el tercero utilizó un placebo (una sustancia sin la medicación).
Puntos clave
- Según la Asociación Americana de Alzheimer, en el país 5.4 millones de personas sufren esta enfermedad.
- La tasa de mortalidad por este mal aumentó 66% entre 2000 y 2008.
- Harán estudios más amplios sobre los beneficios de la insulina para prevenir los síntomas.
A lo largo de cuatro meses, los que habían consumido 20 unidades de insulina nasal mantuvieron sus funciones metabólicas intactas, que incluyen, por ejemplo, la capacidad de realizar sencillas tareas diarias. Y hasta mejoraron la memoria.
Las pruebas realizadas a los otros dos grupos mostraron un deterioro de estas capacidades, o simplemente ningún cambio. Estos exámenes miden la cantidad de glucosa que el cerebro metaboliza como “gasolina” para poder echar a andar estas funciones cerebrales.
Suzanne Craft, profesora de Psiquiatría en la universidad y autora del estudio, explicó que la dosis mínima de insulina nasal fue la que mejor funcionó.
El trabajo publicado en Archives of Neurology explica que el cerebro necesita insulina. Y que aquellas condiciones relacionadas con la baja en la producción de esta sustancia, como la diabetes, prediabetes o hipertensión, aumentan el riesgo de Alzheimer.
La ventaja de lograr una insulina nasal es como construir un atajo: la medicina no tiene que ir por la sangre hasta el cerebro sino que impacta directamente en las neuronas, las células cerebrales.
Craft advierte que se trata de un trabajo muy precoz, y ya está trabajando para comenzar un ensayo clínico con un mayor número de pacientes.
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