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¿Por qué la mayoría de los padres mienten a sus hijos?

En la mayoría de los casos, las mentiras a los hijos surgen porque los padres creen que sus hijos no están preparados para saber ciertas cosas,  a veces para imponer una medida disciplinaria, y muchas veces porque se busca protegerlos de verdades difíciles.

Es cierto que los niños suelen hacer preguntas difíciles e incómodas y muchas veces los padres se paralizan ante ellas, y terminan respondiendo con rodeos, respuestas abstractas o  mentiras piadosas que en definitiva no conducen a nada y pueden confundir a los niños.

¿Por qué la mayoría de los padres mienten a sus hijos?

Puntos clave

Un estudio científico, recientemente publicado en el Journal of Psychology, ha analizado a unas 200 familias de Estados Unidos y China e investigado el tema que han dado en llamar "mentiras instrumentales" para referirse a estas mentiras que tienen como objetivo lograr una conducta o responder a situaciones difíciles. La investigación reveló que la mayoría de los padres utilizaban estas mentiras en ambos países.

Entre las situaciones más frecuentes que reportan los investigadores está la de amenazarlos con dejarlos solos en lugares públicos si se portan mal hasta que se quedarán ciegos si no comen ciertos vegetales.

La escena más común, según afirman los expertos es que los padres ante un ataque de llanto o capricho en un lugar público, amenacen a sus hijos con irse y dejarlos solos.

"La razón por la que esta mentira es tan frecuente se debe a que está relacionada con una situación universal y típica de desafío que enfrentan los padres que tratan de irse de un lugar determinado en contra de los deseos de su hijo", explican en la investigación.

Otra de las situaciones más comunes que revela el estudio es la falsa promesa de comprar algo más adelante, ante el pedido del niño.

Mentiras por mal comportamiento y de protección

Dentro de las mentiras que dicen los padres, los investigadores individualizaron las mentiras por mal comportamiento, que serían aquellas por ejemplo decirle al niño "si te portas mal, llamo a la policía" o "la señora que está allá se va a enojar mucho".

Pero hay otras mentiras que los padres aseguran que dicen por protección a los chicos. Como por ejemplo, que su mascota se fue a un lugar donde tenía más espacio para jugar, que no tengo dinero hoy por eso no puedo comprar aquello que pides. Estas frases tienen como objetivo de alguna forma evitarles el dolor o la frustración que podría traerles el que la mascota se haya perdido o haya fallecido o que aunque tuviera el dinero, la mamá no le va a comprar ese juguete que quiere.

Sea como sea, los expertos recomiendan explicar a los hijos en un lenguaje que ellos entiendan, lo que está pasando o puede ocurrir en determinada situación.

Los padres que se muestran abiertos al diálogo facilitan el acercamiento a las cuestiones raciales, religiosas o sexuales, mejoran la autoestima, el equilibrio y la relación entre ellos. Además, tener información, les da la posibilidad de tomar pensar las cosas, tomar las decisiones correctas, decidir y actuar con responsabilidad, explica la psicóloga infantil británica Miriam Stoppard, en su libro “Las preguntas difíciles que hacen los niños”.

Madres y padres por igual

El estudio mencionado, realizado por investigadores de la Universidad de California en San Diego en Estados Unidos, la Universidad de Toronto en Canadá y las Universidades  Zhejiang Normal y Jinhua en China,  no ha mostrado diferencias entre las mentiras que dicen los padres y las madres.

Tanto madres como padres de ambos países, a pesar de que en China estas mentiras eran un poco más frecuentes, utilizan por igual las llamadas "mentiras instrumentales" para reforzar conductas sociales deseables, como por ejemplo, que si comen brócoli, van a ser más altos.

Una de las conclusiones del estudio, es que los padres deberán evaluar  qué responder en los casos en que las preguntas se relacionen con temas morales.

¿Papa Noel existe?

Esta es una de las mentiras más comunes en las familias y que ha pasado de generación en generación. Muchas familias se oponen a que los niños crean en Santa porque creen que tarde o temprano van a saber la verdad y se sentirán traicionados.

Otros piensan en que no incentivarle esta ilusión y el mundo de fantasía es privarlos de una parte importante de su infancia.

Existe una línea intermedia que puede transitarse, como por ejemplo, diciéndoles que Santa es un símbolo de bondad y generosidad y que todos somos un poco Papa Noel cuando somos generosos y hacemos regalos. Los niños son seres curiosos por naturaleza y tarde o temprano descubrirán la verdad.

Lo importante es entender su frustración y trata de explicarle el motivo de esa "mentira instrumental", diciéndole por ejemplo que Santa existe si tienes fe en él más allá de si tenemos o no pruebas de su existencia real y que esas cosas forman parte de la magia de la infancia.

Es importante alentar a un diálogo sano entre padres e hijos y enseñarles también a respetar a los demás en sus creencias y convicciones.

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