África: comen carne salvaje a pesar del Ébola

Las barreras culturales a vencer en la zona de África donde se convive con el virus del Ébola son muchas.

La gente no quiere (o no puede) cambiar su forma de vida y aceptar que ciertas prácticas son peligrosas, como la caza y consumo de murciélagos, antílopes, jabalíes, puercoespines y monos que podrían ser los portadores del Ébola, por el contrario, ellos piensan que son los grupos de ayuda médica los responsables de que se disemine el virus.

África: comen carne salvaje a pesar del Ébola
Getty Images | Foto: GETTY IMAGES

La carne de animales salvajes ha sostenido durante mucho tiempo un lugar de honor en los menús de las familias en África occidental y central; se cocina en estofado, es ahumada o asada.

Los animales proceden de la selva misma y son capturados y vendidos; constituyen una gran fuente de proteína y se comercian en todos lados, a pesar de que existen prohibiciones.

Los consumidores y cazadores están en un gran riesgo. Por ejemplo, los murciélagos frugívoros son considerados como el candidato más probable de ser el reservorio natural del Ébola, pero los científicos desconfían de que no sea el único, y que todavía hay mucho que aprender sobre el tema.

Para muchos hombres de una región azotada por la pobreza, la falta de recursos y educación, cazar animales furtivos es una forma de ganarse la vida. Y justamente ellos son los más expuestos: la sangre y las heces de sus presas pueden estar infectadas, y no son conscientes del riesgo fatal que corren, ya que se sabe que la sangre de un animal enfermo puede infectar durante mucho tiempo.

Además, la vida no es fácil allí. Un lugareño de Guinea dijo a un periodista de The Guardian: “las autoridades y los grupos de ayuda quieren eliminar las tradiciones que hemos conservado durante generaciones. La cría de animales para consumo no está extendida aquí porque la carne de caza selvática es de fácil acceso, y la prohibición significa una nueva forma de vida que no es realista aquí".

Platos exóticos peligrosos

Los murciélagos se sirven en un guiso picante llamado "kedjenou" y han sido durante mucho tiempo uno de los platos favoritos en el sureste de la región del bosque de Guinea, aunque las ventas de ésta y otras delicias fueron prohibidas por las autoridades cuando comenzó el último brote del Ébola (en marzo de 2014) que ya ha cobrado la vida de casi 900 personas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los funcionarios se encuentran frente a la dura tarea de cambiar las reglas para tratar de frenar el avance del virus.

"Nuestra gente aquí come monos y murciélagos ... les hemos advertido sobre el peligro de comer carne de animales silvestres, del riesgo de manipular la carne fresca y consumir esos animales que no saben qué los mató", dijo Tolbert G. Nyenswah, un funcionario de salud de Liberia.

Pero los especialistas creen que la prohibición de la carne de caza será ineficaz, no sólo por la magnitud del comercio tradicional que proporciona una fuente de alimento de alto valor proteico para millones de personas, sino también porque la gente no cree que esto es peligroso.

En el centro comercial de Costa de Marfil Abidjan, por ejemplo, se ofrecen ratas, puercoespines, agouti, ardillas, murciélagos y pangolines guisados o estofados.

Pero la carne de estos y otros animales exóticos también cotiza muy alto en restaurantes parisinos, en Bruselas y hasta en algunos lugares de Estados Unidos. Una costumbre que a la luz de los hechos, debería desaparecer también.

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