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“Niño tortuga”, operado y listo para llevar una vida normal

Luego de varias sesiones de tratamiento, un lunar gigante con forma de caparazón fue removido exitosamente de la espalda de un niño colombiano de 6 años.

El pequeño Didier Montalvo había nacido con un nevus melanocítico congénito, un tipo de marca de nacimiento que aparece en uno de cada 20,000 niños; el nevus congénito consiste en un lunar, por lo general de gran tamaño, que puede desarrollarse como una placa gruesa sobre la piel o como un parche oscuro cubierto de vello. 

“Niño tortuga”, operado y listo para llevar una vida normal
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De acuerdo con el Dr. Neil Bulstrode, cirujano plástico del Great Ormond Street Hospital, en Inglaterra, "El caso de Didier es de los peores conocidos sobre nevus congénito: tres cuartas partes del cuerpo del niño estaban cubiertas por el lunar, y éste presentaba un crecimiento muy abultado".

El Dr. Bulstrode, quien dirigió las operaciones de Didier, explica que en la mayoría de los casos de nevus congénito los lunares suelen tener un tamaño entre una y 10 pulgadas (entre 2.5 y 25 centímetros) y no son abultados, sino que aparecen como manchas planas.

El caso de Didier fue conocido a través de periódicos locales en Colombia, pero alcanzó resonancia internacional cuando la cadena británica Channel 4 (de donde provienen las imágenes de antes y después del tratamiento) realizó un programa especial sobre su historia. Fue ahí cuando el Dr. Bulstrode conoció el caso y decidió ayudar.

Para remover este lunar, el médico viajó hasta Bogotá, capital de Colombia, y ahí se reunió con un grupo de especialistas colombianos y con el pequeño Didier.

Fueron necesarias varias sesiones para poder raspar y retirar completamente el lunar gigante de la espalda del niño. "Se trató de un procedimiento largo y doloroso, pero creo que valió la pena; Didier ahora se encuentra libre de ese crecimiento que afectaba su salud y su calidad de vida", destaca el Dr. Bulstrode.

De acuerdo con el especialista, el nevus de Didier, al ser tan grande, implicaba un gran riesgo de que el niño desarrollara cáncer de piel.

Asimismo, debido a este crecimiento, Didier y su familia eran segregados y señalados. La madre de Didier, Luz, narra que el niño no había podido ser bautizado ni podía asistir a la escuela, ya que la gente del pueblo consideraba que había sido tocado por alguna fuerza maligna. Además, no había podido someter al pequeño a ningún tratamiento debido a que carecía de recursos económicos.

"Didier ahora se encuentra sano, y yo me siento feliz con el resultado de las cosas", concluye el Dr. Bulstrode.

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