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Platillos de santos y muertos

Muchos se preguntan qué hay después de la muerte y cada creencia seguramente tenga una respuesta diferente. Pero lo cierto es que en este mundo, el Día de Todos los Santos y el Día de Todos los Muertos se celebran con una de las más maravillosas creaciones del ser humano: las comidas típicas.

En estos días que combinan tradiciones cristianas y paganas, cada pueblo expone una serie de manjares que vale la pena conocer. Por ejemplo:

Platillos de santos y muertos

En Ecuador se preparan las guaguas de pan--en forma de pequeñas niñas que representan a las almas.Son hechas en base a una masa de harina con mucha levadura y se moldean en forma de muñecos. Los niños pintan la boca, nariz y ojos de estos cuerpos dulces y, luego de escribir su nombre sobre las barrigas, se los pone a hornear.

Estas delicias se comen más tarde con la colada morada, un jugo a base de frutos de mortiño de color morado, babaco y mora, los que, mezclados con especies, generan un zumo espeso… y muy dulce.

Mientras que culturas de otros continentes prefieren no hablar de la muerte, en nuestros países y especialmente en los primeros días de noviembre esa palabra manda en las celebraciones. Es el momento en el que los cielos se abren y las ánimas vuelven a visitarnos.

Por eso, en México, se le lleva comida a los muertos queridos, para seguir compartiendo con ellos los placeres terrenales, y se colocan velas en los cementerios para guiarlos en el camino. En este contexto, la calavera no es un elemento de terror, sino un comensal más que forma parte del festejo.

Para ellos, los mexicanos preparan el clásico pan de muerto, una masa con un delicado sabor a naranja, azahar y azúcar. Toda barnizada con yema de huevo.

En Guatemala, el plato típico preparado por toda la familia es el fiambre, una sabrosísima combinación de verduras, especias y embutidos que reúne aromas castellanos con esencias nativas. Este plato data del siglo XVII, según relata Thomas Gage, un viajero que ya hacía referencia en sus crónicas a “un plato frío, muy delicioso”.

No importa la variante regional, en cualquier parte de Guatemala, el fiambre es una manera de recordar a los seres queridos que han pasado el umbral de la vida.

La tradición de siglos indica que luego del fiambre se come un postre de jocotes, ayote, un tipo de calabaza, o garbanzos en miel. En algunos lugares se acostumbra comer el fiambre y el postre en los mismos cementerios para que los parientes vivos y los muertos compartan los platillos.

Las hojuelas de maíz con miel en El Salvador, la humita en Chile, los muñecos dulces “antahuahua“ del quechua anta que significa pan y huahua, que quiere decir niño en Bolivia. Cada país no sólo guarda el respeto por sus muertos, sino también elabora platillos especiales para recordarlos, que revelan la más profunda raíz gastronómica de nuestro continente.

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