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Mide tu presión arterial

Actualmente, la hipertensión arterial es un problema médico muy común y es considerado un factor de riesgo importante e independiente para padecer enfermedades del corazón. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (Centers of Disease Control and Prevention—CDC), se ha estimado que 1 de cada 3 americanos tiene hipertensión arterial.

La presión arterial se define como la presión que hace el flujo sanguíneo en las arterias  cuando el corazón se contrae y cuando se relaja. Se le llama presión arterial sistólica a la medida que se toma cuando el corazón se contrae (este es el valor más alto). La presión arterial diastólica es la que se mide cuando el corazón se relaja y es el valor más bajo. La presión arterial óptima es una presión sistólica menor a 120 mmHg y una presión diastólica menor a 80 mmHg. Sin embargo, hay factores internos y externos que pueden influir en la presión arterial y elevarla, lo cual pone en riesgo la salud.

Mide tu presión arterial

La hipertensión arterial se define como una presión sistólica mayor o igual a 140 mmHg y una presión arterial diastólica mayor o igual a 90 mmHg. El rango entre 130/85 mmHg y 139/89 mmHg se considera como pre-hipertensión. Esta patología aumenta directamente el riesgo de desarrollar enfermedad cardiaca coronaria, ataque cardiaco, infartos y daño renal. La población con mayor riesgo incluye a las personas mayores de 35 años, ancianos, alcohólicos, obesos,  diabéticos, personas con insuficiencia renal y mujeres que toman anticonceptivos.

Es importante medir la presión arterial regularmente, sobre todo si se está entre la población con mayor riesgo de presentar esta patología. Además, se debe poner atención a los siguientes signos y síntomas: dolor en el pecho, disnea o dificultad para respirar, poca tolerancia al ejercicio, mareos al cambiar de posición muy rápido y dolores de cabeza. Sin embargo, en la mayoría de los casos, no se presentan síntomas.

En la mayor parte de los casos de hipertensión arterial, no hay una causa específica, por lo que se le llama hipertensión primaria. En estos casos, se puede pasar mucho tiempo sin saber que se padece de la enfermedad, ya que los síntomas no son obvios o son muy leves. Cuando existe una causa específica que desarrolló la enfermedad, se le llama hipertensión secundaria. Las causas secundarias más importantes son: obesidad, anormalidades en los riñones, estrechez de alguna arteria, anormalidades anatómicas de la aorta, uso de andrógenos u hormona de crecimiento, consumo excesivo de alcohol, hipertiroidismo (función excesiva de la tiroides), niveles elevados de aldosterona (hormona encargada de regular el equilibrio de sodio y agua en el cuerpo), uso de drogas o de medicamentos vasoconstrictores, como los descongestionantes nasales.

Las recomendaciones actuales para la prevención de la hipertensión arterial se enfocan en terapias no farmacológicas. Se recomiendan modificaciones en el estilo de vida que incluyen reducción de peso, disminución del consumo de sodio, aumento en la actividad física diaria, consumo limitado de  bebidas alcohólicas y la adherencia a la dieta DASH (Dietary Approaches to Stop Hypertension).

La dieta DASH es una dieta baja en grasas saturadas y colesterol, moderada en  sodio (menos de 3g por día), alta en potasio, magnesio, calcio y fibra. Enfatiza el consumo de frutas y vegetales, lácteos bajos en grasa, harinas integrales, granos enteros, carnes blancas y nueces. En esta dieta se recomienda consumir diariamente 3 porciones de lácteos, 4-5 porciones de frutas, 4-5 porciones de vegetales, 7-8 porciones de granos enteros, 2 o menos porciones de carne blanca, 4-5 porciones de legumbres (frijol, lentejas, garbanzos ), nueces y semillas.

Fuentes:

  1. American Heart Association (2008). Revisado Junio, 2008 desde  www.americanheart.org
  2. Centers of Disease Control and Prevention (2008). Revisado Junio, 2008 desde  http://www.cdc.gov/

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