Tiene alergia al mundo moderno

Peter Lloyd tiene 42 años y vive en St Fagans, en Cardiff, Inglaterra. Y sin duda hubiera sido más feliz de haber nacido en el siglo XVIII, o en los floridos campos donde pasaba sus días la familia Ingalls. Para él la modernidad le trae muchísimos dolores de cabeza, entre otros problemas.

Lloyd padece un síndrome llamado hipersensibilidad electromagnética (EHS) y desde 2009 permanece confinado en su casa, por temor a atravesar alguna zona zona con wifi que lo haga sentir terriblemente mal. 

Tiene alergia al mundo moderno
Wales Online | Foto: CAPTURA DE PANTALLA

No puede utilizar televisores, ni radios, teléfonos o reproductores de música, y quienes lo van a visitar tienen que dejar afuera los teléfonos celulares y los relojes. Su casa es bastante inhóspita ya que no puede utilizar calefacción eléctrica ni aparatos de iluminación, y para tener agua caliente para bañarse, utiliza un calefactor a gas. 

Peter sostiene que su mal se desencadenó por usar un teléfono celular de los denominados “ladrillo”. Su contacto con estas ondas magnéticas empezaron a bloquearle el pensamiento, tanto que no podía completar ni siquiera un cheque. También empezó a sufrir fuertes dolores de cabeza. 

Por su afición a las revistas de ciencias, un día descubrió varios artículos que describían los mismos síntomas que él sufría, y descubrió que existía una afección llamada hipersensibilidad electromagnética. 

Lloyd espera que el municipio de Cardiff lo ayude. Pretende que se lo reubique en una vivienda aislada, de madera, donde pueda vivir de una manera más natural junto a mascota Iggy Pop. La entidad se niega, y declara que no se encarga de asuntos particulares. 

 ¿Qué es la hipersensibilidad electromagnética?

El término, cuya forma abreviada es EHS, se usó por primera vez en 1989 y se refiere a las personas que son extremadamente sensibles al magnetismo y a los campos eléctricos. En 1930 y 1940 ya había quienes se sentían afectados por la cercanía con una radio, la electricidad o los radares, porque los hacían sentir mal. 

En los años ’80, con la explosión de los teléfonos móviles e inalámbricos el problema se hizo más común, y se agravado aún más a comienzos del nuevo milenio, con el advenimiento del wifi.  Hoy hay miles de personas que dicen sentirse afectadas por estas ondas, tanto que hasta se han formado grupos de apoyo en su contra en más de 30 países.  

Los médicos todavía no cuentan con información suficiente como para tratar el EHS, pero desde 2002 Suecia reconoce esta condición como una discapacidad funcional, y la Comisión Canadiense de Derechos Humanos hizo lo propio en 2002. 

En Inglaterra, el sistema nacional de salud (NHS) no reconoce estos síntomas como pertinentes a quien sufre una discapacidad, aunque el 5% de la población revela estar afectada por estas ondas, que les producen fiebre, dolor de cabeza, letargo y náuseas. 

El portal canadiense Citizens for Safe Technology (CST) indica que las ondas electromagnéticas afectan al organismo desde el punto de vista neurológico, respiratorio y cardíaco. También perjudica el sistema inmune, en especial en embarazadas, enfermos, niños y personas mayores.

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