Flato o "Dolor del caballo" ¿qué es y por qué ocurre?

Todos en algún momento de nuestras vidas hemos sentido el "dolor del caballo", una molestia que se desarrolla a nivel abdominal que es capaz de hacernos retorcer del sufrimiento. Pero ¿sabes por qué surge y de qué manera evitarlo? Aquí te damos esas respuestas y más.
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El flato, mejor conocido entre los mexicanos como el “dolor del caballo”, “ocurre en el costado o en el área inferior del abdomen, en respuesta a la acumulación de gases en el tubo digestivo o al déficit de sangre en esa misma área”, explica la gastroenteróloga del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Brenda Herrera Chi.
Este malestar aparece comúnmente cuando el cuerpo realiza un sobreesfuerzo físico al que no está acostumbrado o no tiene condición, como correr, levantar objetos pesados o subir escaleras. Cualquier persona, sin importar su sexo y su edad puede llegar a presentarlo.
Dolores que no puedes ignorar
Pese a que es una dolencia transitoria sin complicaciones para la salud, en el momento en que se manifiesta es capaz de derribar hasta al más fuerte. Según Herrera, esta dolencia suele desencadenarse a nivel interno a causa de la irritación del diafragma, un músculo capaz de expandirse y relajarse gracias a la inhalación y exhalación.
Cuando el diafragma tiene fricción de forma constante con los órganos abdominales al momento de algún tipo actividad o trabajo, se produce una falta de flujo de sangre hacia este músculo, que al fatigarse experimenta una serie de calambres o pinchazos.
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¿Por qué más se presenta?

De acuerdo con Herrera, hay evidencia médica que avala que el solo hecho de respirar con la boca abierta al momento de ejercitarse puede derivar en el flato. Esto se debe a que mediante dicha respiración entran mayores cantidades de aire, a diferente ritmo, causando la expansión del diafragma.
Otro causante del “dolor del caballo” es alimentarse antes o mientras estás haciendo ejercicio, pues existe dilatación de los órganos abdominales que propician a que se incremente dicha fricción con el diafragma. Hay que tomar en cuenta que el sistema digestivo se ralentiza cuando hay actividad física.
Comenzar o retomar una rutina de ejercicios poniendo todas las energías, después de todo no es tan recomendable, ya que hacer esfuerzos excesivos o innecesarios puede derivar en este síntoma y en otros más, como fatiga excesiva, dolor muscular y deshidratación, explica la Biblioteca Nacional de Medicina.
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¿Qué puedes hacer?

Por fortuna, bajo ciertas indicaciones es posible decirle “adiós” a esta molesta dolencia. Por ejemplo, previo a realizar algún deporte o ejercicio es importante acudir con un entrenador para buscar orientación sobre el mejor plan a seguir al momento de ejercitarse.
Otro punto consiste en controlar la respiración para mejorar el trabajo del diafragma. Esto implica hacerlo de manera pausada y profunda desde la nariz. De manera paralela, también permitirás relajar el ritmo cardiaco.
Herrera aconseja comer con buen margen de tiempo previo a ejercitarse, esto es con dos o tres horas de anticipación. Además, sugiere no consumir alimentos ricos en sal, azúcar y grasas. En el caso de las bebidas, de preferencia evita los refrescos, y si tienes que hidratarte mientras te ejercitas, hazlo con pequeños sorbos.
Aunque representa en menor medida otro de los factores que pueden dar pie a dicho dolor, es necesario que revises la manera en que haces determinadas rutinas o ejercicios, ya que así también evitarás tener otro tipo de lesiones.

Un tip que te ayudará

Una manera práctica de ejercitarte sin temor a presentar un flato consiste, además de seguir los puntos anteriores, en incrementar paulatinamente el tiempo e intensidad del ejercicio. Por ejemplo, cuando notes que tu corazón esté a tope baja el vigor, y cuando estés más relajado vuelve a elevarlo.
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¿Y si ya tengo el dolor?

En ese caso lo mejor es dejar de realizar la actividad, hacer flexiones hacia delante y masajear la zona en donde se presenta dolor. Respirar de manera profunda, como se aconsejó en puntos anteriores, te será de gran ayuda. Si los dolores persisten, lo mejor será consultar a tu médico.
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